martes, 28 de octubre de 2008

31 - Mi sexto cliente : los mercaderes de “les hauts champs”


Sexto y último, ya lo aviso. Además, aunque uno sea escéptico en estas cosas, siempre existe un regusto particular en pensar que el destino te depara pequeñas sorpresas. El que fuera uno de los gerentes que me entrevistó en mi proceso de selección en AC será mi jefe (era director asociado en ese momento) en este cliente, mi último jefe, y así se cierra el círculo. Era Mr. Whopper. Ya sé que sólo es una casualidad y que lo del destino (su predeterminación, me refiero) es algo más que cuestionable, pero me gusta verlo así.

Con este cliente regreso al mundo de los distribuidores, esos intermediarios que generando volumen rascan centésimas en los precios de compra para obtener grandes beneficios (precisamente buena parte de estos beneficios son de carácter financiero, habida cuenta de los grandes volúmenes de recaudación que tienen y los alargados plazos de pago a proveedores que aplican, pero esto es otra historia), cada vez que llenamos nuestros carros en sus grandes superficies comerciales. Estos mercaderes eran muy distintos a los “no venecianos”. Para empezar entrar en sus oficinas era como retroceder 50 años en el tiempo : muebles viejos, olores húmedos, espacios oscurecidos. Para continuar su personal tenía una cualificación menor, con poca iniciativa, con menos rodaje empresarial. Los “no venecianos” eran la modernidad, el empuje, el avance. Estos eran la lentificada actitud impasible del quehacer diario. (Quizá pueda pensarse que soy muy subjetivo en esto que digo, puede ser, pero tal es mi recuerdo, tales son las sensaciones que me vienen cuando escribo sobre ello).

Me asignaron a este proyecto para ser el gerente que coordinara todos los proyectos en marcha en este cliente, que no eran muchos (mucho menos presupuesto que lo que se tenía con los otros mercaderes), en sustitución de Mr.Whopper que, en palabras propias, “ya estaba muy mayor” para pelearse con el cliente sobre horas y recursos. La relación era de bodyshopping para el desarrollo de proyectos que supuestamente lideraba el propio cliente. Supuestamente porque la ineficacia y la falta de capacidad de dicho cliente lograba retrasar constantemente las fechas previstas en el plan de trabajo. Y en eso iba a consistir mi trabajo : por una parte tirar de las orejas del cliente para que avanzara y cumpliera plazos en las partes del proyecto que eran su responsabilidad, y por otra, asegurarme de que la rentabilidad del proyecto por parte de AC se mantuviera dentro de lo razonable, teniendo en cuenta que este cliente por momentos era un agujero negro que no paraba de pedir más y más recursos para aligerar las desviaciones en fechas del proyecto. Y ahí venía el tercer frente, lograr facturar dichos recursos adicionales que este cliente pretendía recibir gratuitamente como “valor añadido” por nuestra parte.

Sinceramente no fue un proyecto ni un cliente interesante. Aprendí bastante poco y llegué a aburrirme soberanamente en algunas reuniones burocratizadas sobremanera. En cuanto al equipo nuestro que ya estaba trabajando en el cliente, no me sentí muy cercano a ellos, eran desconocidos para mí, con metodologías y hábitos de trabajo que me resultaron en todo momentos extraños y excesivamente rígidos. Todo me resultó excesivamente protocolario y burocratizado, alimentaban un engendro muy bien uniformado pero que se movía lentamente y balbuceaba futilidad.

Y lo "mejor" del cliente y del proyecto, Mr. Betanio, el responsable de sistemas financieros de la empresa, un patán al que habían dado una patada lateral dentro de su propia empresa y había sido arrinconado en ese tugurio pseudotecnológico del organigrama. Pero este “ascenso” profesional no le impedía comportarse como (pero sólo "como") un gran gurú de la metodología de desarrollo de sistemas y en sus ratos libres como académico de la lengua. Entre una cosa y otra, siempre encontraba algún momento para mostrarse como un acosador de la escasísima plantilla femenina de la empresa, en concreto, de nuestra jefe de equipo, que tuvo que sufrir sus babosos comentarios propios de viejo verde y salido.

No voy a entrar en los detalles de los proyectos que nos traíamos entre manos, os aburrirían. Eran temas relacionados con procesos de pago, generación de remesas, adaptación de sistemas al Euro y alguna cosita más.

Lo único interesante que hice fue trabajar en un entorno de factoría de desarrollo de software (o cómo deshumanizar los entornos de trabajo con un enfoque taylorista eufemizado con una fachada de economías de escala), también conocidas como "software factory", como otra forma de realizar desarrollos de sistemas, algo que nunca había hecho. Tras realizar el diseño, la implantación se decidió realizar de forma externa en nuestra factoría de Madrid, lo cual me permitió conocer las cuestiones específicas de esta forma de trabajar y como ventaja añadida el no tener que verle la cara tanto a Mr. Betanio, dado que durante este tiempo yo reservaba mi JIT (así se llamaba a esa mesa que podías reservar para que fuera tu "despacho" durante un día o unas horas, con tu teléfono y tu extensión, tu toma de red y hasta, si querías, te ponían la foto de la familia, la pelotita antiestrés y tu estilográfica favorita, que guardabas en una caja cuando dejabas el "despacho") en la factoría de la calle Madera y pasaba el día junto al equipo de analistas y programadores.

En cuanto a la carga de trabajo en este cliente, pues se redujo notablemente considerando de dónde venía, con lo que prácticamente todos los días cumplía con mi horario contractual : salía a las 19h excepto los viernes que salía a las 15h (a la vejez viruelas, dicen).

Teniendo en cuenta que yo ya estaba con la puerta de la jaula de oro abierta y dispuesto a largarme agarrado a la primera oportunidad razonable que me surgiera, mi estancia de unos pocos meses en este cliente me resultó desapasionada e insípida. Pero ahí estaba Mr. Betanio, para echarle sal al tema.

Lo mío con Mr. Betanio fue amor a primera vista. Desde el primer momento surgió la chispa y de ahí al incendio faltaron sólo unos meses. No me gustó su carácter prepotente y chulesco, su dicción “perfecta” que salpicaba el ambiente con gotitas de su saliva, su enfoque academicista y decimonónico de las tareas a realizar (lo que para mí era un informe de progreso, para él era “oficina de proyectos”), sus aires de mandamás venido a menos con una condescendencia cínica con su gente. No quería ver que estaba muerto en su propia empresa y que por mucho que hiciera le costaría resucitar, aunque su nombre le augurara éxito en esta tarea.

Conforme pasaron los meses, surgieron fricciones entre Mr. Betanio y yo, pequeños desencuentros. Mr. Whopper me contaba que recibía llamadas de Mr. Betanio quejándose de mí, porque no le hacía las reverencias que él necesitaba para sentirse importante. Por una parte, Mr. Whopper me decía que le atara corto, que controlara que no pidiera recursos excesivos, su afición favorita, un siempre más porque nunca es suficiente. Por otra parte le bailaba el agua (el estribillo de la canción de La Cabra Mecánica del final de este vídeo es toda una metáfora mía hacia Mr. Betanio, y con perdón) a Mr. Betanio para tenerlo contento. Yo me obcequé y no cedí y lo tuve a pan y agua hasta que se hartó.

Era una tarde gris cuyo gris se acrecentó al entrar en el despacho de Mr. Betanio, que quería hablar conmigo : necesitaban más recursos nuestros para cumplir las fechas del proyecto. Cuando le expuse claramente la causa de dicho retraso (sus chicos incumplían repetidamente los compromisos adquiridos) le cambió la cara. Aun así me pidió una persona más para ayudar al avance del proyecto. Le dije que sin problemas, que ésta era la tarifa. Me dijo que me olvidara de la tarifa, que el compromiso de AC con sus clientes era la tarifa y que quería el recurso gratis. Le dije que no. Me exigió el recurso. Le dije que sí pero a la tarifa. Delante de mí cogió el móvil y llamó a Mr. Whopper. A la mañana siguiente Mr. Whopper le concedía el recurso gratis ("que cargue a una cuenta de promoción", me dijo, ya sabéis las cuentas de formación o de promoción que servían para aliviar cargable en los Jobs) y Mr. Betanio sonreía y sus labios tenían la forma de un cuchillo afilado. Cuando cargar en la cuenta de promoción era ya imposible (cuestiones de los controllers internos de AC) y los recursos adicionales tuvieron que cargar en la cuenta del proyecto, las desviaciones económicas se acrecentaron. Cuando lo revisé con Mr. Whopper, la culpa era mía, olvidando todos los recursos gratis que le había concedido a Mr. Betanio en contra de mi opinión. Yo no entendía muy bien qué razones tenía para estar constantemente dándole un trato de favor. Tampoco era tanto el dinero que movíamos con ese cliente y las expectativas de futuro eran muy pocas. Era un cliente bastante agarrado para pagar a consultores, además de que le gustaba eso de la "consultoría interna".

La puntilla en la relación llegó otra tarde en la que Mr. Betanio fijó inopinadamente una reunión con nosotros en la que pidió expresamente que acudiera nuestra jefa de equipo. Le dije que andaba muy liada en factoría y que podría acudir sólo yo para tratar los temas que le preocupaban (siempre le preocupaban muchos temas estúpidos), pero él insistió en que viniera ella, cuyo punto de vista era crucial en la reunión, dijo él.

Ya reunidos y todavía sentándonos, su verborrea machista comenzó a fluir. Recreo sus comentarios, que no son literales, pero que no se alejan mucho de lo que tuve que oír :

-Mira qué guapa vienes hoy, y Yuki que quería privarme de tu presencia. Perdóname Yuki, pero tú eres más bien feo y las reuniones hay que alegrarlas con alguien como X –X sonreía tragando bilis-. Hay que ver lo bien que te sienta ese vestido, cómo realza tus formas –señalándose su pecho con ambas manos en gesto de pedir limosna-, porque nuestra relación es profesional, que si no..... –la baba le caía ya por las comisuras, los ojos lúbricos inyectados en testosterona.
-Mira, Betanio, me parece que todos esos comentarios están fuera de lugar y no son propios de una reunión de trabajo entre profesionales. Será mejor que nos centremos en los asuntos que te preocupan –
interrumpí inevitablemente, era tan penoso ver la cara de X aguantando esos comentarios, tan obscenas las palabras de Mr. Betanio.

Supe al momento que Mr. Betanio no tardaría en llamar a Mr. Whopper para mostrarle su desacuerdo con mis palabras hacia él. Así que conforme salíamos de la reunión llamé yo primero a mi jefe y le conté lo que había pasado. Él se limitó a escucharme, a decir esa frase tan suya de “mucha pomada, mucha pomada” y a no darle mayor importancia. Efectivamente mientras hablaba conmigo tenía la llamada entrante de Mr. Betanio en el móvil. Al día siguiente me contó que Mr. Betanio estaba muy enfadado porque no le gustaba mi forma de trabajar, ni mis enfoques, ni nada mío (que no fuera físicamente de su agrado llegó a reconfortarme). Pero en ningún momento hizo referencia a la situación que inició la reunión ni los comentarios que le dedicó a nuestra jefa de equipo. Mr. Whopper lo dejó pasar, con muchas risas, un poco de cinismo, “mucha pomada” y fin de la historia. Pero para mí, había cuestiones que prevalecían por encima de los números, de la facturación, de los negocios y de los proyectos, y era la educación y la dignidad de las personas.

Que el cliente se queje de ti, es una de las grandes maldiciones del consultor, y yo lo sabía. Pero, sinceramente, me daba igual, actuaba como un kamikaze, pero poco me importaba.

Así fue este cliente : por una parte un individuo detestable que no paraba de pedir más y más sin pagar y que pretendía someter a todo el mundo a su alrededor a su dictadura personal y profesional recibiendo a cambio la sonrisa de los sometidos. Por otra un jefe con una actitud un tanto indolente y despreocupada con el cliente, sin querer ver la realidad de las cifras y los resultados que estábamos obteniendo. Supongo que su actitud era como la mía, con algo de desilusión : él veía muy lejos el momento en que le hicieran socio (al final lo hicieron, pero lateralizado), yo sabía que mi objetivo primero era buscar la palabra “exit” en las paredes de AC (se había producido un apagón, habían saltado las luces de emergencia, y yo buscaba la salida). Así que no habría ningún Betanio que nos afectara en gran medida.

Pero como el “cargable” (otro palabro muy consultoril) no era del 100% en este cliente, todos estos meses últimos en AC también me dediqué a cuestiones varias : propuestas con Mr. Cr (que se ve que le gustaba mucho cómo las hacía), colaboraciones en reuniones de enfoque de clientes, actividades de “recruiting”, etc... Pero de todo ello hablaré en la siguiente entrada, el final en AC.

martes, 14 de octubre de 2008

30 - Mi quinto cliente : Los malteses (III), anécdotas y reflexiones.

Finalizo este quinto cliente con un inventario de reflexiones y anécdotas del proyecto. No están todas, hay muchas más, pero éstas son las mejores :

La ampliación de hardware de la máquina : para dar cancha a Omega, que funcionar no funcionaba bien, pero que chupaba CPU y recursos como un niño de teta, hubo que proceder a un redimensionamiento y ampliación de la máquina del cliente (lo de siempre, disco, memoria, procesador, sistema de backup, estructuras RAID), con la inestimable ayuda del fabricante de Omega y en colaboración con el fabricante de la máquina. Una vez definido el nuevo “maquinón”, se compraron las piezas al fabricante de la máquina (harto conocido por todos), mediante el correspondiente pedido. Y el pedido llegó una tarde por mensajero, en varias cajas que contenían las piezas de la ampliación. Como era por la tarde y a esas horas ya no se trabajaba (salvo los consultores, claro), pues las cajas se dejaron en la entrada a la espera de que al día siguiente alguien de Sistemas se hiciera cargo de ellas. Pero fue otro quien se hizo cargo de ellas. El bedel de la oficina vio las cajas y sin pensárselo mucho las tiró a la basura. El camión de la basura llegó esa noche y las recogió, las trituró y las depositó en el correspondiente vertedero a las afueras de Madrid (para eso se paga la contribución y la tasa de basuras). Tal cual.

Reconozco que nos reímos mucho con este incidente, aunque fuera tan grave. A la mañana siguiente una brigada de empleados de Sistemas del cliente se desplazó al vertedero en un vano intento de recuperar algo, aunque fuera una placa de RAM triturada o un cacho del disco previsto para el mirroring. No encontraron nada, claro, ni siquiera un trozo del albarán de entrega. El bedel justificó su acto diciendo que él hizo lo que le dijeron : “Tira la cajas de la entrada, que todo lo que tienen es basura”. Claro, al hombre no le precisaron que eran las abiertas las que tenía que tirar, y él tiró todas. No le pagaban para pensar, por mucho que cobrara casi 5 kilos al año por hacer su trabajo (un buda, claro).

Cuando llegaron de nuevo las piezas, tras hacer un segundo pedido, se dictó una orden de alejamiento al bedel para que no se acercara a menos de 50m de las cajas.

La ayuda moral de tu jefe : no puedo dejar de recordar sin emocionarme las llamadas de apoyo moral que me hacía Mr. Cr. desde su casa los sábados y los domingos (él quería que pensáramos que las hacía para controlarnos y ver cómo iba todo, pero no, yo sé que era para apoyarnos) mientras el equipo prolongaba su jornada laboral a coste cero (yo incluido). Me enternecía especialmente escuchar cómo pasaba las hojas del periódico y se tomaba un sorbo de café, mientras me interrogaba, o el olor (incluso a través del teléfono) al cruasán (¡cómo no!) que le llenaba la boca y que masticaba mientras escuchaba mis explicaciones (¿lamentos?). No siempre era así, algún sábado por la tarde aparecía para hacernos una visita (pero nada de bombones, ni caja de pastas, ni nada, tan sólo el conocido "¿te-lo-dije-o-no-te-lo-dije?").

Cuando tu jefe te echa a los leones : cuando en plena implantación no parábamos de tener problemas y sustos con Omega y veíamos la ciénaga pantanosa en la que nos habíamos metido (a cada paso que dábamos nos hundíamos un poco más), el socio del proyecto (aunque nunca lo veíamos, sí, estaba ahí) quiso conocer de primera mano qué estaba ocurriendo y por qué. Mr. Cr. consideró que el más indicado para darle todas esas explicaciones era yo, así que me llamó y cuando me senté frente al socio oí cómo la puerta del despacho donde estábamos se cerraba y, de repente, me encontré sólo ante el socio. Pero yo me mantuve fiel a mi amo y no tuve c....nes para cantar de plano las verdaderas razones que explicaban la situación (tampoco hubiera servido de mucho hacerlo, porque Dios los cría y ellos se juntan). Así que soporté los bofetones (morales) que recibí y salí de allí pensando que quien realmente tenía que haber dado las explicaciones era Mr. Cr. O al menos él y yo juntos. Y lo que más me llamaba la atención y me "admiraba" era la habilidad de Mr. Cr. para dejar caer la mierda hacia abajo. De hecho, recordé este día cuando un año después en mi entrevista de salida con Mr. Cr., éste me hizo ciertos comentarios que, en su momento, contaré.

Cuando pierdes los estribos : aunque no recuerdo detalladamente lo que ocurrió, una tarde, reunido con Mr. Cr, él y yo solos, recibiendo bofetadas (en sentido figurado, claro, que son, a veces, las que más duelen) por su parte, cuando la situación del proyecto comenzaba a ser inmanejable, escuchando sus reproches, sus críticas, sus palabras en ocasiones despectivas ("¡pero tú eres gil.....as!"), y viendo cómo él era incapaz de tener autocrítica y aportar soluciones teniendo en cuenta que él algo de responsabilidad tenía con lo que estaba pasando, me levanté de la silla violentamente y le dije algo así como “estoy hasta los h...vos”, le solté parte del veneno que tenía dentro acumulado tras tantos meses de penurias y abandoné el despacho dejándole con cierta estupefacción al comprobar que Yuki también puede llegar a explotar, también tiene un límite elástico por encima del cual ya no se puede tirar más porque se rompe. Recuerdo salir a la calle, con lágrimas de rabia contenidas, comiéndome la ira a cachitos, y, ya en la calle, llamar a Mr. π para desahogarme con él. Le dije que me iba de AC, que ya no aguantaba más, que mañana mismo pasaba por administración y pedía la "cuenta". Le conté lo que pasaba, lo que había ocurrido (él estaba al tanto del proyecto, lógicamente). Me tranquilizó, me convenció para tomar las decisiones en frío. Supongo que luego hablaría con Mr. Cr. y le plantearía mi situación. Por ello, supongo o quiero creer, al día siguiente Mr. Cr. me llamó a un despacho para hablar conmigo. Yo pensé que me iba a caer un chorreón importante por lo del día anterior. Pero no, lo que me dijo fue : “Yuki, yo te prometo que te saco del proyecto cuanto antes; pero antes me tienes que dejar esto funcionando”. En sus palabras noté hasta cierta compasión y comprensión hacia mí y hacia el equipo. Y cumplió su promesa. Me sacó a finales de año, cuando todo estaba más o menos funcionando.

Cuando tú eres el protagonista de una gerencia bicéfala : aunque no lo he contado, para no entrar en detalles que alarguen el relato de este cliente, el proyecto global constaba de dos subproyectos, financiero y comercial. Para conducir el proyecto financiero se asignó a un segundo gerente, si bien yo controlaba el conjunto a nivel global a efectos de control económico del proyecto. Así que fui protagonista de las tan criticadas por mí gerencias bicéfalas. Hay que decir que los proyectos se llevaron de forma bastante autónoma, e incluso que los arranques se produjeron en fechas distintas, por lo que, creo, no generamos los inconvenientes habituales de estas bicefalias y que yo ya sufrí en proyectos anteriores. (El proyecto de financiero resultó ser bastante menos complicado, dado que Omega se adaptaba mejor al sota-caballo-rey del área financiera de las empresas y no fue necesario realizar tantas modificaciones ni tantas nuevas funcionalidades al ERP, y ya se sabe que hay cosas que si no se “menean” no huelen, o al menos no tanto).

Pues bien, este gerente, Mr. Yogui (que me perdone el oso Yogui, pero es que físicamente era lo más parecido), al que no le quiero conceder mucho protagonismo por ser un ente más bien repugnante con tintes de mafioso psicópata; este gerente, digo, consiguió batir los récords de personaje más odiado en el equipo de proyecto, no sólo por ser un tipo peculiar, un oso yogui siempre descamisado y con cercos de sudor en las mangas de las camisas dejando a su paso una estela de tufillo maloliente, sino por ser cínico, desconsiderado, retorcido, hiriente y despectivo con su equipo de trabajo. Tras una vocecilla episcopal y unos ojillos azules como cabezas de alfiler que bailoteaban tras unas gafas tipo quevedo, se escondía un ser digno de manuales de psiquiatría, personalidad “borderline” en estado puro, con mínima empatía hacia los demás. Mi relación con él fue tensa siempre, tratando de leer entre líneas las verdaderas intenciones de alguien tan hipócrita y falso. Lo percibí como un enemigo en mi casa y así lo traté. Tenía que pararle los pies y en ocasiones tuve que desmantelar sus mentiras y sus mensajes equívocos hacia el cliente y hacia Mr. Cr. Creo no exagerar en esto que digo y quiero creer que los que fueron sus Senior en aquella época (entre otros, uno actual gerente en una empresa de la competencia y otro socio actual en la firma) apoyarían lo que digo. El equipo de la parte Comercial del proyecto (el que dirigía yo directamente) no lo sufrió tanto, pero el equipo de Financiero, ese sí que lo sufrió, y alguno hasta agujerearía muñequitos de vudú (una patata valdría para esto) para superar los malos ratos. Alguno recordará cómo Mr. Yogui les repartía cacahuetes (literalmente) para animarles a seguir trabajando, o cómo se quedaba sin unas vacaciones comprometidas desde hacía meses porque para Mr. Yogui era la única solución posible, o cómo se le prohibía asistir al entierro de su abuelo porque Mr. Yogui consideraba que "chorradas-las-justas". La amenaza, la coacción, el chantaje, eran moneda de cambio para este individuo. Y un senior de Tecnología (Pepé Luis), que nos daba soporte a todos, también lo sufrió en sus carnes y de hecho, en algún momento se planteó dejar AC por culpa de la situación tensa y desagradable que Mr. Yogui era capaz de crear en el proyecto. En esas situaciones yo intervenía para calmar la situación y tuvo su efecto porque, como Pepé Luis en un correo me comentó hace ya años, ello "me ayudó a pasar los peores momentos en Andersen y no salir de la empresa cagándome en tó".

Mr. Yogui fue hábilmente empleado por Mr. Cr. en otros proyectos como kamikaze corta cabezas dado su carácter de mercenario sin escrúpulos. Pero claro, los planes de Mr. Cr. con él no iban más allá de eso, dado que no lo veía con potencial de futuro en AC, y más considerando que ocupaba uno de los puestos más altos en el ranking de los más odiados en AC por parte de empleados y clientes. Y así fue, unos meses después la firma lo despidió fulminantemente alegando no poder garantizarle un futuro dentro de la misma. Y Mr. Yogui cogió la pasta (rondaría los 100.000 euros el finiquito) y se fue. Estoy seguro que alguna botella de cava se descorchó en algún proyecto el día que se supo la noticia (¿verdad, José Luis, que aunque fuera virtual la descorchaste?). Quizá esté vendiendo relojes, negocio familiar, según recuerdo, o sacándole brillo a su coche rojo.

Los cadáveres que quedan en el camino : ya dije que éste era un proyecto faraónico, por los cadáveres que llevaba dentro. Para mí fue el punto de inflexión. Pero hubo otros peor parados en cuanto a coste personal y profesional. Recuerdo especialmente a Mr. Lorenzo, al que le tocó bautizarse en AC con este proyecto y que no pudo aguantar lo suficiente hasta salir de él. Su química cerebral se negó en redondo a seguir soportando tanta tensión y tanto trabajo. Con el tiempo ha sabido superarlo y hoy día creo que trabaja como ingeniero, pero de los de verdad, lejos de la consultoría. Un chico magnífico, profesional y humanamente, que tuvo mala suerte con este proyecto.

Recuerdo también a una chica a la que sorprendía frecuentemente con lágrimas en los ojos mientras se peleaba con Omega, tratando de sobrellevar una nefasta situación personal por la que estaba atravesando y para la que no tenía mucho tiempo libre que dedicar a arreglar. Finalmente esta chica se quedó trabajando en el cliente. Supongo que ocurrió lo que en alguna ocasión comenté : cuando el cliente contrata a personal del proyecto para que continúe cuidando y mejorando la solución que se les ha implantado. También pienso que quizá el Síndrome de Estocolmo tuvo algo que ver. Espero que ya haya conseguido dominar a la bestia (Omega) y que la vida le sonría por esos años que no le sonrió mucho. Ella fue testigo directo de cómo Mr. Lorenzo se desmoronaba y sabe muy bien de lo que hablo con lo de “cadáveres en el camino”.

Con el tiempo, ya nadie recuerda esos cadáveres, esos daños colaterales que no impiden que la carrera profesional de algunos continúe adelante, basta con saltar por encima de ellos, impunemente, porque, como reza la conocida frase, “el fútbol es así”. Hace poco hablaba con alguien que lee esta historia y me comentó que le gustaría escribir sobre cómo los auténticos responsables de las catástrofes muchas veces continúan su ascenso sin reparar en la avalancha que provocan y librándose de todo como si nada tuviera que ver con ellos (de hecho es algo parecido a lo que está ocurriendo con la actual crisis económica, donde los ladrones de guante blanco seguirán prosperando sin mirar atrás, sin ver las familias y las empresas que dejan destrozadas en el camino, escena que inevitablemente me recuerda a la novela "Las uvas de la ira", que recomiendo, por otra parte). Pues bien, yo animo a esta persona a que lo escriba en su blog, con su dialéctica juiciosa, sensata y clara.

Mea culpa : hablando de responsabilidades, yo tuve la mía, sin duda, y no puedo negarlo. Ya he explicado en parte por qué. Pero también reconozco que, sin duda, podía haber hecho mejor mi trabajo para paliar el desastre (y digo paliar porque estoy convencido plenamente de que nunca hubiera sido un proyecto exitoso vistas las circunstancias y las condiciones del entorno). Quizá haberme involucrado más (no en horas, que eso ya era imposible) delegando menos tareas, haber reaccionado mejor, haber escrito un par de correos para dejar las cosas claritas en el piso de arriba, haberme negado a trabajar así. Pero no lo hice o no lo suficientemente bien. También, y sin que sirva de disculpa, pero sí de explicación, en esa época yo también atravesaba una de mis peores etapas a nivel personal por cuestiones que no voy a relatar, lógicamente, y esa situación personal, que tuve como mochila durante muchos de los meses que duró este proyecto, me pesaba mucho, dificultando mis peleas contra Goliath. Esa mochila me restaba ilusión y ganas de forma inevitable. Es muy duro regresar a casa tras 15 horas de trabajo intenso y encontrarte con que buena parte de tu mundo personal se desmorona y no puedes hacer nada por evitarlo, salvo regresar al día siguiente a dedicar otras 15 horas más a desperdiciar tu vida.


Y aquí acaba este nefasto proyecto. A partir de ahora, mi camino en AC será una senda de llegada a meta. El final se aproxima. Estamos a principios del año 2000, el final del milenio (ya sabéis que no hubo año cero).

jueves, 2 de octubre de 2008

29 - La botella está medio vacía

Como ya he comentado, fue en este quinto cliente donde toqué fondo. Revisando papeles he encontrado un correo (Lotus Notes) que envié a Mr. Cid en respuesta a uno suyo. Ya no trabajábamos juntos pero compartíamos electrónicamente nuestras penas. Las suyas en Los mercaderes no venecianos y las mías en Los malteses. Así que antes de finalizar la historia en Los Malteses, he decidido publicar esto, para reflejar la situación de esos momentos.

Como se acercaba el año 2000, en la empresa había una iniciativa interna para garantizar que cumplíamos los requisitos Y2K (year two thousand), ya sabéis, aquello de las fechas con 2 dígitos en el año y demás que había que evitar, así que la coordinadora del programa a nivel mundial contactaba con todos los proyectos y había que rellenar un cuestionario que acreditaba que habíamos hecho nuestros deberes al respecto. Mr. Cid me contaba en su correo que había sido felicidado por esto.

Eran las 21:42 horas de un 15 de noviembre de 1999, estaba acabando mi jornada laboral en el cliente, era M2 y llevaba casi 2 años en Los malteses, como ya habéis podido leer, sufriendo, pero, además, viendo cómo mi equipo sufría. A continuación transcribo, tal cual (eso incluye las expresiones malsonantes para las que no hay censura y que reflejan intensamente lo que sucede) el correo que envié a Mr. Cid. No es necesario explicar mucho más sobre mi situación en ese momento.

Fecha : 15/11/1999 Hora : 21:42 CET

From : Yuki

To : Mr. Cid

Subject : Re: La Botella está medio vacía

"Sí, nuestra amiga R.F. me ha felicitado igualmente porque parece que todo lo tengo bajo control : ¡¡¡¡!!!! QUÉ COÑO SABRÁ ELLA!!!! Vamos, me imagino que conforme ha recibido el documento ha leído el cliente y ha puesto una "X" en no sé qué puta hoja de cálculo y ¡¡¡hala!!! ya tengo mejorado el ratio de cumplimiento de envío de Y2K Contingency Planning. De esta forma algún socio se quedará satisfecho de saber que su negocio se está gestionando bien.

Mientras tanto, en la jungla equipos humanos desesperados pelean con rabia y dolor por poner en marcha sistemas de información que nunca se ponen a funcionar correctamente y que siempre están tocando los güevos. Y mientra tanto, ilusos gerentes que se creen que por ganar 10 kilos todo iba a ser un camino de rosas, soportan el machaqueo continuo de unos jefes que no paran de chillarles en la oreja que no saben gestionar bien los proyectos. Proyectos, claro, que los susodichos, en su momento, se entretuvieron en recortar de cara a una venta que mejorara sus números, sabiendo que las espaldas de sus chicos serían capaces de soportar ese recorte presupuestario que se traducía, sin lugar a dudas, en hacer lo mismo por menos. Pero lo que no saben es que las espaldas y las columnas vertebrales son frágiles y que a compresión trabajan bien aunque se fatigan, pero que a flexión (o sea, cuando tu jefe se te sienta encima mientras tú estás a cuatro patas) terminan rompiéndose..... porque, después de todo, son FRÁGILES. Y al grito de te-lo-dijo-o-no-te-lo-dije, los remeros siguen remando intentando mantener una zafia sonrisa en los labios, para que el cliente no perciba que ¡¡¡¡¡¡ESTÁS HASTA LOS GÜEVOS!!!!!! de toda esta mierda.

Eso sí, me preguntan que qué me pareció la videoconferencia del nuevo boss y yo sonrío diciendo que sintiéndolo mucho no pude asistir porque tenía obligaciones con el cliente.

A todo esto, todavía no he hecho ni un puto annual, ni a mí me lo han hecho. Entre otras cosas ¡¡¡¡PORQUE NO TENGO TIEMPO!!!!

De todas formas, ya hablaremos, pero creo que vienen aires de cambio para mí a nivel personal y profesional. Esta jodida implantación de Omega ha sido un proyecto faraónico.... vamos, más que nada, porque lleva un cadáver dentro. Sin duda, todo ello tendrá un coste personal y profesional en mi persona y, desde luego, un desgate nunca visto en mi persona. Sinceramente, he tocado fondo y llega un momento que ni con un negro jodiéndome por detrás me inmuto. Pero bueno, estas reflexiones las hago a unas horas en las que no me encuentro muy optimista. Supongo que dentro de un tiempo, desde ésta u otra empresa (o desde mi casa, llegado el caso), volveremos a hablar y ya habrán llegado tiempos mejores en los que todo lo que pasa ahora se traduzca en un mal sueño.

Así que, por ahora, ante todo mucha calma, y a esperar una oportunidad, agachado en la oscuridad. Como un náufrago en una isla desierta, con la fogata preparada para encenderla en cuanto pase un avión, o un globo sonda, o un globo que se le haya escapado a algún niño que juega en un parque mientras sus padres trabajan todo el día y no tienen tiempo de verlo. Vamos, esperando a lo que sea que vuele y tenga asa para agarrarse. Al fin y al cabo, nuestras necesidades reales son menos de las que nos hemos creado y desde luego, para ser feliz, no es necesario trabajar 14 horas diarias, incluidos fines de semana a cambio de 480.000 pesetas (aunque sé que hay gente que hace lo mismo por mucho menos dinero), y no después de tantos años dando el callo, que llega un momento en que uno no quiere seguir amargándose la vida de esta forma.

Bueno, te dejo, espero sepas mantener la adecuada discreción sobre mis sinceros comentarios y sobre el tono de los mismos. A ver si podemos quedar a comer como otras veces y secamos nuestras lágrimas en los respectivos hombros. Desde luego, hoy estoy muy mal. Mejor me voy a casa que ya va siendo hora. Así tengo algo de tiempo libre para...... estudiar APICS, que el sábado que viene tengo un examen y todavía voy por el primer capítulo.

Así que hasta otra, compañero de galeras. Da recuerdos a quien se lo merezca".

To be continued.