martes, 14 de octubre de 2008

30 - Mi quinto cliente : Los malteses (III), anécdotas y reflexiones.

Finalizo este quinto cliente con un inventario de reflexiones y anécdotas del proyecto. No están todas, hay muchas más, pero éstas son las mejores :

La ampliación de hardware de la máquina : para dar cancha a Omega, que funcionar no funcionaba bien, pero que chupaba CPU y recursos como un niño de teta, hubo que proceder a un redimensionamiento y ampliación de la máquina del cliente (lo de siempre, disco, memoria, procesador, sistema de backup, estructuras RAID), con la inestimable ayuda del fabricante de Omega y en colaboración con el fabricante de la máquina. Una vez definido el nuevo “maquinón”, se compraron las piezas al fabricante de la máquina (harto conocido por todos), mediante el correspondiente pedido. Y el pedido llegó una tarde por mensajero, en varias cajas que contenían las piezas de la ampliación. Como era por la tarde y a esas horas ya no se trabajaba (salvo los consultores, claro), pues las cajas se dejaron en la entrada a la espera de que al día siguiente alguien de Sistemas se hiciera cargo de ellas. Pero fue otro quien se hizo cargo de ellas. El bedel de la oficina vio las cajas y sin pensárselo mucho las tiró a la basura. El camión de la basura llegó esa noche y las recogió, las trituró y las depositó en el correspondiente vertedero a las afueras de Madrid (para eso se paga la contribución y la tasa de basuras). Tal cual.

Reconozco que nos reímos mucho con este incidente, aunque fuera tan grave. A la mañana siguiente una brigada de empleados de Sistemas del cliente se desplazó al vertedero en un vano intento de recuperar algo, aunque fuera una placa de RAM triturada o un cacho del disco previsto para el mirroring. No encontraron nada, claro, ni siquiera un trozo del albarán de entrega. El bedel justificó su acto diciendo que él hizo lo que le dijeron : “Tira la cajas de la entrada, que todo lo que tienen es basura”. Claro, al hombre no le precisaron que eran las abiertas las que tenía que tirar, y él tiró todas. No le pagaban para pensar, por mucho que cobrara casi 5 kilos al año por hacer su trabajo (un buda, claro).

Cuando llegaron de nuevo las piezas, tras hacer un segundo pedido, se dictó una orden de alejamiento al bedel para que no se acercara a menos de 50m de las cajas.

La ayuda moral de tu jefe : no puedo dejar de recordar sin emocionarme las llamadas de apoyo moral que me hacía Mr. Cr. desde su casa los sábados y los domingos (él quería que pensáramos que las hacía para controlarnos y ver cómo iba todo, pero no, yo sé que era para apoyarnos) mientras el equipo prolongaba su jornada laboral a coste cero (yo incluido). Me enternecía especialmente escuchar cómo pasaba las hojas del periódico y se tomaba un sorbo de café, mientras me interrogaba, o el olor (incluso a través del teléfono) al cruasán (¡cómo no!) que le llenaba la boca y que masticaba mientras escuchaba mis explicaciones (¿lamentos?). No siempre era así, algún sábado por la tarde aparecía para hacernos una visita (pero nada de bombones, ni caja de pastas, ni nada, tan sólo el conocido "¿te-lo-dije-o-no-te-lo-dije?").

Cuando tu jefe te echa a los leones : cuando en plena implantación no parábamos de tener problemas y sustos con Omega y veíamos la ciénaga pantanosa en la que nos habíamos metido (a cada paso que dábamos nos hundíamos un poco más), el socio del proyecto (aunque nunca lo veíamos, sí, estaba ahí) quiso conocer de primera mano qué estaba ocurriendo y por qué. Mr. Cr. consideró que el más indicado para darle todas esas explicaciones era yo, así que me llamó y cuando me senté frente al socio oí cómo la puerta del despacho donde estábamos se cerraba y, de repente, me encontré sólo ante el socio. Pero yo me mantuve fiel a mi amo y no tuve c....nes para cantar de plano las verdaderas razones que explicaban la situación (tampoco hubiera servido de mucho hacerlo, porque Dios los cría y ellos se juntan). Así que soporté los bofetones (morales) que recibí y salí de allí pensando que quien realmente tenía que haber dado las explicaciones era Mr. Cr. O al menos él y yo juntos. Y lo que más me llamaba la atención y me "admiraba" era la habilidad de Mr. Cr. para dejar caer la mierda hacia abajo. De hecho, recordé este día cuando un año después en mi entrevista de salida con Mr. Cr., éste me hizo ciertos comentarios que, en su momento, contaré.

Cuando pierdes los estribos : aunque no recuerdo detalladamente lo que ocurrió, una tarde, reunido con Mr. Cr, él y yo solos, recibiendo bofetadas (en sentido figurado, claro, que son, a veces, las que más duelen) por su parte, cuando la situación del proyecto comenzaba a ser inmanejable, escuchando sus reproches, sus críticas, sus palabras en ocasiones despectivas ("¡pero tú eres gil.....as!"), y viendo cómo él era incapaz de tener autocrítica y aportar soluciones teniendo en cuenta que él algo de responsabilidad tenía con lo que estaba pasando, me levanté de la silla violentamente y le dije algo así como “estoy hasta los h...vos”, le solté parte del veneno que tenía dentro acumulado tras tantos meses de penurias y abandoné el despacho dejándole con cierta estupefacción al comprobar que Yuki también puede llegar a explotar, también tiene un límite elástico por encima del cual ya no se puede tirar más porque se rompe. Recuerdo salir a la calle, con lágrimas de rabia contenidas, comiéndome la ira a cachitos, y, ya en la calle, llamar a Mr. π para desahogarme con él. Le dije que me iba de AC, que ya no aguantaba más, que mañana mismo pasaba por administración y pedía la "cuenta". Le conté lo que pasaba, lo que había ocurrido (él estaba al tanto del proyecto, lógicamente). Me tranquilizó, me convenció para tomar las decisiones en frío. Supongo que luego hablaría con Mr. Cr. y le plantearía mi situación. Por ello, supongo o quiero creer, al día siguiente Mr. Cr. me llamó a un despacho para hablar conmigo. Yo pensé que me iba a caer un chorreón importante por lo del día anterior. Pero no, lo que me dijo fue : “Yuki, yo te prometo que te saco del proyecto cuanto antes; pero antes me tienes que dejar esto funcionando”. En sus palabras noté hasta cierta compasión y comprensión hacia mí y hacia el equipo. Y cumplió su promesa. Me sacó a finales de año, cuando todo estaba más o menos funcionando.

Cuando tú eres el protagonista de una gerencia bicéfala : aunque no lo he contado, para no entrar en detalles que alarguen el relato de este cliente, el proyecto global constaba de dos subproyectos, financiero y comercial. Para conducir el proyecto financiero se asignó a un segundo gerente, si bien yo controlaba el conjunto a nivel global a efectos de control económico del proyecto. Así que fui protagonista de las tan criticadas por mí gerencias bicéfalas. Hay que decir que los proyectos se llevaron de forma bastante autónoma, e incluso que los arranques se produjeron en fechas distintas, por lo que, creo, no generamos los inconvenientes habituales de estas bicefalias y que yo ya sufrí en proyectos anteriores. (El proyecto de financiero resultó ser bastante menos complicado, dado que Omega se adaptaba mejor al sota-caballo-rey del área financiera de las empresas y no fue necesario realizar tantas modificaciones ni tantas nuevas funcionalidades al ERP, y ya se sabe que hay cosas que si no se “menean” no huelen, o al menos no tanto).

Pues bien, este gerente, Mr. Yogui (que me perdone el oso Yogui, pero es que físicamente era lo más parecido), al que no le quiero conceder mucho protagonismo por ser un ente más bien repugnante con tintes de mafioso psicópata; este gerente, digo, consiguió batir los récords de personaje más odiado en el equipo de proyecto, no sólo por ser un tipo peculiar, un oso yogui siempre descamisado y con cercos de sudor en las mangas de las camisas dejando a su paso una estela de tufillo maloliente, sino por ser cínico, desconsiderado, retorcido, hiriente y despectivo con su equipo de trabajo. Tras una vocecilla episcopal y unos ojillos azules como cabezas de alfiler que bailoteaban tras unas gafas tipo quevedo, se escondía un ser digno de manuales de psiquiatría, personalidad “borderline” en estado puro, con mínima empatía hacia los demás. Mi relación con él fue tensa siempre, tratando de leer entre líneas las verdaderas intenciones de alguien tan hipócrita y falso. Lo percibí como un enemigo en mi casa y así lo traté. Tenía que pararle los pies y en ocasiones tuve que desmantelar sus mentiras y sus mensajes equívocos hacia el cliente y hacia Mr. Cr. Creo no exagerar en esto que digo y quiero creer que los que fueron sus Senior en aquella época (entre otros, uno actual gerente en una empresa de la competencia y otro socio actual en la firma) apoyarían lo que digo. El equipo de la parte Comercial del proyecto (el que dirigía yo directamente) no lo sufrió tanto, pero el equipo de Financiero, ese sí que lo sufrió, y alguno hasta agujerearía muñequitos de vudú (una patata valdría para esto) para superar los malos ratos. Alguno recordará cómo Mr. Yogui les repartía cacahuetes (literalmente) para animarles a seguir trabajando, o cómo se quedaba sin unas vacaciones comprometidas desde hacía meses porque para Mr. Yogui era la única solución posible, o cómo se le prohibía asistir al entierro de su abuelo porque Mr. Yogui consideraba que "chorradas-las-justas". La amenaza, la coacción, el chantaje, eran moneda de cambio para este individuo. Y un senior de Tecnología (Pepé Luis), que nos daba soporte a todos, también lo sufrió en sus carnes y de hecho, en algún momento se planteó dejar AC por culpa de la situación tensa y desagradable que Mr. Yogui era capaz de crear en el proyecto. En esas situaciones yo intervenía para calmar la situación y tuvo su efecto porque, como Pepé Luis en un correo me comentó hace ya años, ello "me ayudó a pasar los peores momentos en Andersen y no salir de la empresa cagándome en tó".

Mr. Yogui fue hábilmente empleado por Mr. Cr. en otros proyectos como kamikaze corta cabezas dado su carácter de mercenario sin escrúpulos. Pero claro, los planes de Mr. Cr. con él no iban más allá de eso, dado que no lo veía con potencial de futuro en AC, y más considerando que ocupaba uno de los puestos más altos en el ranking de los más odiados en AC por parte de empleados y clientes. Y así fue, unos meses después la firma lo despidió fulminantemente alegando no poder garantizarle un futuro dentro de la misma. Y Mr. Yogui cogió la pasta (rondaría los 100.000 euros el finiquito) y se fue. Estoy seguro que alguna botella de cava se descorchó en algún proyecto el día que se supo la noticia (¿verdad, José Luis, que aunque fuera virtual la descorchaste?). Quizá esté vendiendo relojes, negocio familiar, según recuerdo, o sacándole brillo a su coche rojo.

Los cadáveres que quedan en el camino : ya dije que éste era un proyecto faraónico, por los cadáveres que llevaba dentro. Para mí fue el punto de inflexión. Pero hubo otros peor parados en cuanto a coste personal y profesional. Recuerdo especialmente a Mr. Lorenzo, al que le tocó bautizarse en AC con este proyecto y que no pudo aguantar lo suficiente hasta salir de él. Su química cerebral se negó en redondo a seguir soportando tanta tensión y tanto trabajo. Con el tiempo ha sabido superarlo y hoy día creo que trabaja como ingeniero, pero de los de verdad, lejos de la consultoría. Un chico magnífico, profesional y humanamente, que tuvo mala suerte con este proyecto.

Recuerdo también a una chica a la que sorprendía frecuentemente con lágrimas en los ojos mientras se peleaba con Omega, tratando de sobrellevar una nefasta situación personal por la que estaba atravesando y para la que no tenía mucho tiempo libre que dedicar a arreglar. Finalmente esta chica se quedó trabajando en el cliente. Supongo que ocurrió lo que en alguna ocasión comenté : cuando el cliente contrata a personal del proyecto para que continúe cuidando y mejorando la solución que se les ha implantado. También pienso que quizá el Síndrome de Estocolmo tuvo algo que ver. Espero que ya haya conseguido dominar a la bestia (Omega) y que la vida le sonría por esos años que no le sonrió mucho. Ella fue testigo directo de cómo Mr. Lorenzo se desmoronaba y sabe muy bien de lo que hablo con lo de “cadáveres en el camino”.

Con el tiempo, ya nadie recuerda esos cadáveres, esos daños colaterales que no impiden que la carrera profesional de algunos continúe adelante, basta con saltar por encima de ellos, impunemente, porque, como reza la conocida frase, “el fútbol es así”. Hace poco hablaba con alguien que lee esta historia y me comentó que le gustaría escribir sobre cómo los auténticos responsables de las catástrofes muchas veces continúan su ascenso sin reparar en la avalancha que provocan y librándose de todo como si nada tuviera que ver con ellos (de hecho es algo parecido a lo que está ocurriendo con la actual crisis económica, donde los ladrones de guante blanco seguirán prosperando sin mirar atrás, sin ver las familias y las empresas que dejan destrozadas en el camino, escena que inevitablemente me recuerda a la novela "Las uvas de la ira", que recomiendo, por otra parte). Pues bien, yo animo a esta persona a que lo escriba en su blog, con su dialéctica juiciosa, sensata y clara.

Mea culpa : hablando de responsabilidades, yo tuve la mía, sin duda, y no puedo negarlo. Ya he explicado en parte por qué. Pero también reconozco que, sin duda, podía haber hecho mejor mi trabajo para paliar el desastre (y digo paliar porque estoy convencido plenamente de que nunca hubiera sido un proyecto exitoso vistas las circunstancias y las condiciones del entorno). Quizá haberme involucrado más (no en horas, que eso ya era imposible) delegando menos tareas, haber reaccionado mejor, haber escrito un par de correos para dejar las cosas claritas en el piso de arriba, haberme negado a trabajar así. Pero no lo hice o no lo suficientemente bien. También, y sin que sirva de disculpa, pero sí de explicación, en esa época yo también atravesaba una de mis peores etapas a nivel personal por cuestiones que no voy a relatar, lógicamente, y esa situación personal, que tuve como mochila durante muchos de los meses que duró este proyecto, me pesaba mucho, dificultando mis peleas contra Goliath. Esa mochila me restaba ilusión y ganas de forma inevitable. Es muy duro regresar a casa tras 15 horas de trabajo intenso y encontrarte con que buena parte de tu mundo personal se desmorona y no puedes hacer nada por evitarlo, salvo regresar al día siguiente a dedicar otras 15 horas más a desperdiciar tu vida.


Y aquí acaba este nefasto proyecto. A partir de ahora, mi camino en AC será una senda de llegada a meta. El final se aproxima. Estamos a principios del año 2000, el final del milenio (ya sabéis que no hubo año cero).

5 comentarios:

josepd dijo...

Sinceramente, lo paso mal leyendo algunos de los posts que escribes. Me empieza a entrar un nudo en el estómago...
Por lo menos me alegro de que ahora te vaya bien :D
Esperando la próxima entrega!
Un saludo

AcP dijo...

Excelente el relato, lo disfruté como siempre.

Me ha quedado resonando una de las últimas frases, cuando escribes algo así como "debería haberme negado a trabajar así". Y la inevitable relación con las imágenes que proponías al comienzo de la historia (cuando te recortaban brutalmente la estimación). Ojalá uno tuviese la bola de cristal.

Un poco de eso es lo que me (y te/les) pregunto aquí... apreciaría tu opinión al respecto.

Yuki dijo...

Las estimaciones por definición son inexactas, pero necesarias para realizar un trabajo. Si hacemos una estimación muy desviada frente a lo que luego será la realidad, es un error en la estimación (y error del estimador), por mucho que sea explicable que al no disponer de toda la información es fácil equivocarse. Pero no, la estimación ha de tender a ser acertada y para ello la experiencia del estimador es fundamental. Con el tiempo y la experiencia, las estimaciones tienden a ser acertadas. En cuanto a asumir un compromiso con una estimación, pues depende del proyecto. A veces es inevitable porque se trabaja a precio cerrado : un producto final, a un coste y a unos plazos. Así que la estimación que hayamos hecho es un compromiso. De ahí que nos empeñemos al máximo en acertar con dicha estimación. Me ha gustado mucho leer la entrada “Estimando (no practicando brujería) http://geeks.ms/blogs/rcorral/archive/2006/11/01/Estimando-_2800_no-practicando-la-brujer_ED00_a_2900_.aspx donde se apuntan las reglas claves del buen estimador : estima a conciencia, defiende tus estimaciones, atiende las tareas menores (que son las primeras que se quitan cuando hay que reducir la estimación) y no seas tan optimista (los porcentajes de contingencia son muy importantes para protegerse ante las sorpresas del proyecto) y trata de redefinir las estimaciones conforme el proyecto avance (esta regla está bien pero casi siempre es utópica). Qué razón lleva cuando dice “Recuerda que ceder en una estimación no sería 'tan importante' pero estás cediendo ¡en un compromiso!” (eso es lo que me ocurrió a mí, cedí quizá inevitablemente, en la estimación inicial que hice y luego incumplí ese “compromiso”). Es injusto, porque te estás comprometiendo con una estimación (basada en información incompleta, inexacta por definición), pero tal es el método de trabajo muchas veces, sobre todo en proyectos a precio cerrado. Y tal es el papel del gestor del proyecto, hacer cumplir lo estimado (y lo comprometido). Y si nos desviamos pues hay que analizar si es porque nuestra estimación era incorrecta o porque surgen circunstancias no previstas en el proyecto. Si lo segundo, tratar de ver si el alcance del proyecto cubren dichos imprevistos. Si están fuera del alcance, negociar con el cliente para ampliar la estimación (y el precio adicional, claro). Si no, cumplir con el compromiso y con el contrato que tienes con el cliente (más horas, más recursos, tratar de ganar horas restándolas de otras tareas, etc....). Al final la rentabilidad de tu proyecto se ve afectada, pero es tu responsabilidad como gestor del proyecto y siempre tienes la ocasión para aprender de tus errores de cara a que la siguiente estimación sea mejor, analizar dónde nos hemos equivocado, dónde nos hemos desviado. Y por supuesto que el esfuerzo adicional que haya tenido que ser realizado para corregir la situación, pasará desapercibido y nadie te lo va a agradecer (se valora por resultados, no por esfuerzo), pero ésas son las reglas del juego, y es tu responsabilidad como líder y gestor del proyecto que éste concluya de la mejor forma posible. El sobreesfuerzo nadie te lo va a reconocer ni a agradecer, pero tienes que hacerlo por responsabilidad y además porque si no lo haces los resultados serán malos y entonces, ay amigo, entonces sí que te van a pedir explicaciones.

Para evitar todo lo anterior, es importante : que el que va a realizar el trabajo que se ha estimado haya participado activa y directamente en la realización de dichas estimaciones, que sean “suyas”, que las pueda defender. Si no puede ser así, pues al menos que el que va a realizar el trabajo, apruebe las estimaciones que le entregan y, en su caso, negocie su corrección o mejora antes de comenzar a trabajar.

Otra cosa es un proyecto abierto, donde tu estimas, desarrollas y corriges la estimación sobre la marcha, porque el cliente va a pagar todas las horas que le dediques y la estimación no es un compromiso sino una guía de tu trabajo. Pero yo nunca tuve un proyecto así, la verdad.

Anónimo dijo...

Fui analista de Mr.Yogi (era tal como describes) y sobreviví a la OMEGA!!!

jajaja....esto es genial!!

Saludo Yuki y besos a Mrs.Minutito que es una persona ADORABLE y a la que debo una llamada...

Yuki dijo...

Anónimo : podías dejar una pista de quién eres, jeje,, por curiosidad, algo que me permita identificarte manteniendo el anonimato, aunque ya tengo mis sospechas.

Hablando de anonimato, os recuerdo que sigo optando por mantener el mío, tanto dentro como fuera del blog. Gracias.