lunes, 3 de marzo de 2008

1 - Memorias de un ex-prostituto

Con este provocador título pretendo atraer la atención de mis futuros lectores.

Nota previa de obligada lectura : cuanto voy a exponer a continuación no implica por mi parte una generalización aplicable a todos. Los términos que empleo responden a calificar una sensación interior en cada uno. Si se tiene esa sensación, los términos pueden ser aplicables. Si no se tiene, pues no hay que sentirse aludido.

El término “prostituto” recoge la imagen de muchos trabajadores que por un buen sueldo y un entorno profesional que alimenta su vanidad y facilita su ambición ( en los sentidos bueno y malo del término ) están dispuestos a dedicar una media de 10-12 horas diarias de su vida a un trabajo que en realidad no les gusta y que se sienten así, como prostitutos. ( Los que no se sientan así y disfrutan haciendo lo que hacen no son prostitutos ). Muchos de ellos en realidad viven en una jaula de oro ( concepto que repetiré ) de la que no pueden salir ( un ex-compañero mío habla en su blog de la “centrifugadora” ). Ganan mucho pero necesitan seguir ganando mucho. No pueden o no se atreven a acometer un “downshifting” en sus vidas y darle la patada a todo para empezar de nuevo. Entre este planteamiento y que muchos de estos trabajadores son proveedores de servicios en un trabajo que no les gusta e incluso les esclaviza, pues el término “prostituto” no es tan desacertado. Prostitutos de lujo pero a qué precio. Hay un chiste que juega con cómo cambia el significado de una palabra según su género, ya sabéis, lo típico de zorro y zorra, .... pues el chiste dice algo así como : “mujer que vende sus servicios” = prostituta; “hombre que vende sus servicios” = consultor.

Hay una novela de Lorenzo Silva ( “La flaqueza del bolchevique” ) y su película del mismo título que describen muy bien el tipo de vida que he descrito antes. Cuando vi la película me sentí muy identificado con el protagonista en lo que se refiere a su situación laboral, su visión de su trabajo y cómo funcionaba todo en su empresa. Consultores del mundo, os la recomiendo y veréis cómo os sentís identificados ( en cuanto al trabajo, con el resto de la película no necesariamente os sentiréis identificados ).

Hay un capítulo de esta novela muy interesante que divide a los trabajadores en tres tipos : budas, eventuales de mierda y soplapollas. A continuación extraigo parcialmente el texto de la novela donde lo explica :

“La puta oficina, impresiones de una víctima:

En el mundo laboral actual, ......., coexisten tres castas bien diferenciadas.

Primero hay una porción de gente, como el 30 por ciento o más, que tiene antigüedad y puesto en alguna empresa de raigambre...... Gracias a los sindicalistas....., esta gente no ha abandonado del todo la dorada época en que los convenios eran cojonudos.

...... Mientras esperan que les llegue la edad o el turno ( para prejubilarse ), estos budas distraen sus ocho horas exactas diarias poniendo aspas en el calendario y en las casillas de la quiniela o la lotería. Cogen regularmente la gripe ( quince días ), la alergia primaveral ( diez días ), el resfriado veraniego ( ocho días ) y siempre se fracturan un hueso menor haciendo jogging el último día del veraneo ( veinte días ). ...........

Del 70 por ciento restante unas cuatro quintas partes son eventuales de mierda. .... no me refiero a que su contrato sea temporal, sino a que sea cancelable en condiciones asumibles para el empleador. En tal circunstancia, el despido de un empleado “fijo” no es más que una no renovación tácitamente prevista. Los eventuales de mierda se caracterizan en primer lugar por haber llegado después de que lo de los convenios se fuera a hacer puñetas, ....
( Para los eventuales de mierda ) el horario de doce horas de trabajo es mucho más nocivo para la salud que el de ocho de simple estancia en la oficina. Si uno de los budas se cruza en un pasillo a un eventual de mierda, y si desciende a mirarle, comprueba derritiéndose de gusto que aunque entre ambos haya veinte años el eventual de mierda está mucho menos moreno, tiene unas ojeras que se las pisa y muchas más canas que, además no le da tiempo a teñirse.

............... Hay un catálogo en el que constan otras docientas cincuenta mil causa por las que a un eventual de mierda puede no renovársele el contrato. ..................

Sin embargo, hay alguien que inspira todavía más lástima. Son el resto, la última quinta parte del setenta por ciento que nunca conoció convenio : los soplapollas ( por ejemplo, yo ). Se los puede encontrar en puestos profesionales de los llamados de “primera línea” ..... Los soplapollas no son eventuales y ganan buenos sueldos, en realidad mejores que los de los mismísimos budas. Bajo esa coartada, la actividad sindical, entre ellos, es a medias inconcebible y a medias un rasgo de mal gusto. Son jóvenes, van bien vestidos y procuran conservar un aspecto físico presentable, lo que por diversos medios más o menos demenciales consiguen. Se les permite cogerse algún puente de vez en cuando, esquían y se van de veraneo a otros países. El resto del año, purgan miserablemente sus pecados.

.....Para empezar, trabajan todavía más horas que un eventual de mierda. No pueden ponerse enfermos, ..., y eso los convierte en adictos a toda clase de fármacos..... Aunque oficialmente todos son jefes de algo, saben manejar el ordenador, la fotocopiadora, el fax y la máquina de encuadernar, porque a las horas a las que suelen terminar los trabajos hasta los eventuales de mierda ya se han ido ( en esos momentos, los buda que aún tienen hijos en edad escolar han repasado con ellos las lecciones del día y los han acostado y saborean un whisky frente al televisor ).

.....El soplapollas no sólo no se merece el respeto de sus hijos, sino que ni siquiera puede esperar que sepan quién es ese tipo que solía aparecer por casa los días de fiesta ( no todos ).

Resulta difícil explicar cómo tantas buenas personas, e incluso individuos relativamente valiosos, acaban arrastrando la maldición de ser un soplapollas durante todos los días de su vida. Algunos se dejan cegar por el dinero o por una leyenda jerárquica en una tarjeta de visita......

Aquí es donde se echa en falta el par de pelotas de que hablaba antes. Vanidad tenemos todos, y a cualquiera nos gusta que nos la halaguen por hacer chorradas. Pero hace falta un par de pelotas para decirle al domador, cuanto te pide que des un saltito a través de un aro ardiendo, que el salto lo dé más bien la puerca que lo parió y que ya puede empezar a gastar el látigo.........”
( "La flaqueza del bolchevique", Lorenzo Silva - Finalista Premio Nadal -1997 . Ediciones Destino-Booket- págs. 45-55 )

Que nadie se sienta ofendido, es sólo una novela.

Hay un diálogo en la película muy representativo. La escena es una pub donde el protagonista ( el consultor ) toma una copa con una auditora externa. Música tecno de fondo.

Él : ¿Te gusta tu trabajo?
Ella : Me pagan bien.
........
Él : En las oficinas siempre hay el mismo tipo de gente. Los soplapollas por ejemplo.
Ella : ¿Quiénes son?
Él : Los soplapollas. Pues mira, los soplapollas viajan en business, se alojan en hoteles caros, son jóvenes, ganan buenos sueldos y de vez en cuando se pueden pillar algún puente. Pero el resto del tiempo están siempre disponibles. Como las putas. Vamos, que su misión consiste en hacer cualquier cosa que les pidan y fingir que les da gusto. Y así, mientras pringan y sonríen, se les va la vida, casi sin darse cuenta. Tú y yo, por ejemplo.

Reiterando la idea primera : no todos son soplapollas, sólo aquellos que se identifiquen con lo expuesto y se sientan así. Yo, hubo un tiempo que sí me sentí un soplapollas, porque sentía que lo más importante de mi vida me lo estaba perdiendo, "casi sin darme cuenta". Una vez asumido ese hecho, tan sólo me quedaba intentar escapar. Esperar la ocasión, abrir la puerta y echar a volar, dejando atrás la jaula de oro.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Sigue sigue que esto promete.

Yo no soy consultor, no en vuestro sentido, pero me da que esa novela me la tengo que leer, porque creo que también ando metido en el mismo grupo que estuviste :(

Anónimo dijo...

Gracias por tu comentario, Iboisset. Tienes más capítulos publicados. Vendrán más.

Quiero una vez más reforzar la idea de que lo de prostituto es una sensación interna de cada uno. Yo me sentí así, pero eso no quiere decir que no valore como positivo mi paso por esas empresas.

Un saludo.

Anónimo dijo...

Soy un prostituto.
Te seguiré en esta historia.

Me gusta el estilo y te animo a continuar.

Antonio Mª dijo...

Lo mismo digo, buen post, y mucho ánimo. Un saludo.

Anónimo dijo...

en esa novela se esta olvidando un grupo.. que estaria entre el soplapollas y el buda... los funcionarios.

gente como yo, que cobra lo maximo que puede y se esfuerza lo justo para que no le echen y tenga una buena calidad de vida.

Anónimo dijo...

Ahora yo lo llamo ser "secretarias caras" ya ni prostitutos.

Anónimo dijo...

Pues así es la vida. Yo soy licenciado,uno más de los cientos de miles de este país.Me resultó imposible encontrar un trabajo digno relacionado con mis estudios asi que un día piqué en una oferta de trabajo de esas que ponen las grandes consultoras tecnológicas para pescar licenciados e ingenieros jóvenes y desesperados.
Ahora trabajo de consultor y es lo que tu dices,tengo un sueldo relativamente bueno(mucho mejor que el de la mayoría de mis amigos licenciados),voy de traje y corbata todos los días, tengo responsabilidades,la empresa me ofrece un plan de carrera y cuando viajo fuera me alejo en buenos hoteles pagados por la empresa. Eso si no tengo vida,no tengo horarios de trabajo ya que tengo que estar disponible 24 h de lunes a domingo,vivo pendiende de un proyecto y de sacarlo adelante como sea,si hay que echar 12 horas al día se echan y cuando se acaba pues empieza otro proyecto.Eso te genera un estres y ansiedad terribles de manera que cada dos por tres tomo ansiolíticos para poder seguir. Estoy de los nervios y todo los que trabajan a mi alrededor también pero la otra opción es mandarlo todo a la mierda e irme a trabajar a un Mcdonalds sin estres pero ganando 600 euros y sin futuro ninguno.

Yuki dijo...

Último Anónimo : espero que seas capaz de obtener cosas positivas de esta etapa profesional que, casi seguro, no será la definitiva. Tú haz tu balance y cuando veas que éste es insoportablemente negativo es hora de ir yéndose. Pero sólo uno mismo debe decidir la vida que quiere vivir (dentro de las posibilidades de elección y cambio que se nos permitan, si bien muchas veces nosotros podemos modular e influir en esas circunstancias). Un saludo.