Nota previa : léase el título entonando la conocida canción.
La vida de un consultor transcurre por derroteros insospechados. Cuando regresé del tema de los pescateros me esperaba una inesperada asignación. El universo conspiraba ( como diría Coelho ) para que, en ausencia de otra asignación más propia de lo que había hecho hasta ahora, acabara con mi traje y mi corbata en una mina de carbón. Sí, sí, tal cual. Mi tercer cliente era una empresa que explotaba pozos mineros extrayendo carbón.
Llevaba casi tres años en AC y ya había promocionado a Senior. Hasta ese momento había trabajado en lo que se llamaba por aquel entonces Industria y Distribución, tanto en la parte de Distribución ( o Retailing ) como en la de Industria, en concreto la alimentaria. Con este nuevo cliente, hice un punto y aparte.
De antemano he de decir que éste fue probablemente el proyecto más bonito que nunca he hecho como consultor, el que más satisfacciones me produjo y en el que mejor valorado me sentí, tanto por AC como por parte del cliente. No fue un proyecto difícil, pero sí prolijo, complejo, donde la inventiva y la creatividad era factores clave del éxito y donde más cerca de la “consultoría artesanal” me sentí. Sin embargo ( siempre hay un sin-embargo ), al no ser un cliente de mi filiación ( es decir, no pertenecía al grupo al que yo pertenecía, y, de hecho, el gerente y el socio de este proyecto no eran los habituales ), los exitosos resultados de este proyecto no tuvieron un peso importante en el conjunto de mi carrera profesional ( baja ponderación ). No dejaba de ser un alto en el camino, es como si habituado a freír churros en un bar te ponen 3 meses a preparar ensaladilla rusa. Cuando vuelves, sigues friendo churros y ya tus jefes ( que son churreros ) no se acuerdan de los rica que te salía la ensaladilla rusa.
En cualquier caso, fue un proyecto que recuerdo con mucho agrado, donde aprendí, una vez más, mucho, y además de un sector tan nuevo y atrayente para mí como la minería. Yo no soy ingeniero de minas, pero, de serlo, hubiera disfrutado mucho más este proyecto ( algún ingeniero de minas que me lea quizá lo pueda entender ).
El proyecto consistía en realizar un Diseño Funcional y Arquitectura Técnica de un “Sistema de Planificación y Control de Presencia”. El producto final incluía el desarrollo de un prototipo en Design/1 de lo que sería el sistema a desarrollar en una segunda fase. Lo que entregamos tuvo una calidad por encima de lo que esperaba el cliente y para nosotros fue un reto intelectual importante llevarlo a cabo. Recuerdo que el Director de Sistemas de la empresa envió una carta a AC manifestando su enorme satisfacción con el equipo de trabajo y con el producto final entregado ( no es habitual que el cliente mande una carta así a tus grandes jefes ).
El equipo de trabajo era poco numeroso : 1 gerente, 2 senior y, en la parte final del proyecto y para desarrollar el prototipo, 1 pitufo bastante mañoso con el Design/1 y el desarrollo de prototipos ( pitufo que luego tendría asignado en un proyecto a mi cargo unos años después, como senior, siendo yo ya gerente ). También este pitufo nos ayudó con la selección de dispositivos tecnológicos y evaluación de proveedores para al control de presencia.
Partíamos de cero en cuanto a conocimientos funcionales del sector, de ahí que aprendiéramos tanto. Recuerdo al Director de Explotación dándonos toda una lección magistral de cómo se explota un yacimiento minero ( la prospección de grupos mineros, la preparación de los macizos previa a la explotación propiamente dicha, los que preparan van por delante en plantas inferiores, los que pican les siguen por encima, las labores se localizan por grupo, macizo y planta, hay talleres interiores, la explotación por sutiraje, el barrenado, etc. ). En ningún momento el cliente se quejó de que no tuviéramos conocimientos del sector minero, lo cual era evidente. El trabajo lo desarrollamos con gran comodidad y ayuda por parte de los empleados asignados a nuestro proyecto para colaborar con nosotros. Todo fue bonito, cómodo, acogedor, interesante, instructivo y exitoso. Vamos, un cuento de hadas.
El proyecto duró casi tres meses, en pleno invierno y en un lugar de la antes conocida como Castilla La Vieja ( los que sean contemporáneos míos lo estudiarían así en el colegio también ), a la orilla de un pequeño río, donde hace mucho frío y donde, para contrarrestarlo, se come a base de buenos guisos, buenos asados y siempre un buen orujo al final de la comida, vamos, lo que se dice, comer recio.
El gerente aparecía por el proyecto uno o dos días a la semana ( normalmente los viernes ) y el resto de la semana estábamos el otro senior y yo mano a mano solos. La logística se resolvió al principio hospedándonos en uno de los mejores hoteles de España, hasta que las cuentas de proyecto dispararon la alarma y el gerente nos instó a trasladarnos a un hotel más modesto. Así lo hicimos y nos trasladamos a uno recién reformado, con olor a nuevo, con dos estrellas, pero a la altura de muchos de tres ( de hecho pasado el tiempo se convirtió en uno de tres ).
( Por cierto, para los que crean en las sincronías y en el destino, el hotel estaba situado justo a espaldas de una vivienda en la que años antes vivió una persona a la que conocí años después y que ha resultado ser una ( ¿o la? ) piedra angular de mi vida ).
Para acudir cada lunes al cliente, teníamos un coche de alquiler todas las semanas y atravesábamos el túnel de Guadarrama a eso de las 7.30 a.m. para entrar en la ciudad a la hora justa de tomarnos un café con leche y un pincho de tortilla en un bar que ya teníamos en “Mis favoritos” antes de llegar al sitio del cliente ( situado en las afueras de la misma ). Recuerdo viajar a través de bancos de niebla en las interminables carreteras de la meseta castellana. Recuerdo madrugar mucho esos lunes para iniciar el viaje de algo más de tres horas que nos esperaba.
La relación con el otro senior fue muy buena, con complicidad y química, pudiendo trabajar muy bien juntos, así como convivir juntos a la hora de ir a comer o a cenar, sin terminar hartos el uno del otro ( otro motivo para estar contento con este proyecto ). Tras el proyecto, no volvimos a mantener contacto personal y nunca más he vuelto a saber de él, pero, una vez más, deseo que todo le vaya muy bien.
La empresa era la típica familiar, con mentalidad paternal, donde los jefes mandaban con disciplina pero comprensión y trato familiar a sus empleados. El edificio viejo, los muebles de oficina casi decimonónicos, que hacían que un ordenador pareciera un ovni, y, de fondo, el olor de la mina ( un olor peculiar ) y el ruido de las explosiones de los dinamiteros de vez en cuando.
Tuvimos la oportunidad de descender un 23 de diciembre de 1994 en la jaula al interior de la mina y visitar las zonas en preparación y las zonas en explotación. Guardo fotos de ello ( pongo una donde aparecemos los dos senior y el Director de Sistemas momentos antes de bajar ), bajando con nuestro mono azul, nuestro casco blanco con linterna y las gafas protectoras, y las caras tiznadas de carbón a la salida. La sensación de estar a unos muchos metros bajo tierra, caminando por pasillos oscuros, estrechos y húmedos, y rodeados de mineros habituados a estar allí, es algo que no se olvida nunca. Toda una experiencia, sin duda.
Ese día era viernes y, tras nuestra visita a la mina, regresábamos a casa cuando en el peaje un Papá Noel nos dio unos caramelos. Al día siguiente, Nochebuena, algún minero seguiría arrancando carbón.
To be continued.....
4 comentarios:
Entrada con mucho, mucho sabor. Me ha gustado la reflexión sobre que el cliente entendió que no supiéseis de los procesos mineros. Muchas veces los clientes nos critican por saber menos que ellos de su negocio y creo que para eso no necesitan normalmente un consultor...
Saludos,
JP
Historias de JP
Es que saber saber, no sabemos mucho, ¿verdad? Aquí, uno de la zona minera de Bizkaia.
No sé si es porque siento cierto interés por este mundillo, porque me gusta cómo escribes o yo que sé, pero tus posts me enganchan un montón jejeje
Un saludo
Dependiendo del proyecto y del cliente entre otras cosas, el cliente espera que conozcas muy bien su sector o bien no lo requiere y lo único que necesita es que le ayudes a pensar ( o que pienses tú por él ) y a organizar sus propios conocimientos. En cualquier caso siempre se agradece que el consultor sepa. De hecho, en algún cliente he visto cómo el cliente lo que espera es que le cuentes cómo funcionar en ese sector en función de los conocimientos que hayas adquirido en otros clientes de su competencia. A veces hasta te preguntaban directamente, ¿y éstos, cómo hacen esto? Ahí llegamos a la fina barrera ética que delimita lo que se puede contar y lo que no, por ética profesional y confidencialidad ( una de las garantías básicas que el consultor ha de ofrecerle al cliente ).
En definitiva, el cliente a veces busca un gurú y otras sólo alguien que le ayude a organizar las ideas y los conocimientos que el propio cliente ya tiene, para alcanzar una solución solvente a su problema.
( En el capítulo 7 de esta historia, ya comenté un poco todo esto ).
Gracias por leerme y continuará.
Publicar un comentario