En una entrada final quiero contar resumidamente los últimos proyectos en este cliente (aunque resultará una entrada larga, que se puede leer por partes). Abarcan desde diciembre de 1996 hasta fin de 1997, más de un año de trabajo durante el que continuamos desarrollando nuevas funcionalidades y nuevos módulos del SC, tocando más palos y continuando con el proceso de centralización que es la clave en este cliente.
Entre otras cosas se centralizarán los PVP de los productos de marca propia y productos de mejor precio. En la estrategia comercial de un distribuidor es típico desarrollar marca propia (o marca blanca, como se llamaba al principio). Este cliente optó en aquel momento por la estrategia de situar su marca propia entre los productos de marca conocida y los productos de mejor precio. Es decir, quiso posicionar su marca como un buen producto a un buen precio. Para ello elegía para cada producto uno de mejor precio, es decir, el más barato para el público y situaba el PVP del producto de su marca por encima de éste pero por debajo del producto correspondiente de marca conocida. Por ejemplo : el Nescafé 400gr a 4,85€, el café soluble marca propia a 3,20€ y un café soluble marca Pepe a 2,15€. Fijando bien esta estrategia de PVP era posible mejorar notablemente el margen por producto y por tanto el margen final, atendiendo a la negociación de los precios de compra (ya centralizados) y a la rotación del producto en los lineales de cada tienda. Todo ello junto con una buena campaña de marketing y promoción de la marca propia en los folletos y promociones de cada tienda.
Como quiero ser breve, para finalizar ya con este cliente, comentaré brevemente los proyectos de esta etapa final junto con anécdotas y recuerdos que me surgen sobre la tecla.
El siguiente proyecto que desarrollamos vino a ser un módulo más en el SC y consistió en un sistema de compras centralizadas para las tiendas aplicado al sector de textil. Las tiendas venían a la Central a realizar los pedidos que la Central les serviría en sus tiendas posteriormente. Ya existía un sistema que realizaba estas funciones pero el proyecto consistía en clonar este sistema en uno nuevo dentro del SC y bajo la nueva arquitectura. El sistema antiguo corría en una máquina cavernaria y estaba codificado en RPG (¡¡!!). Así que nuestro nuevo proyecto (esta vez sólo para mí con mis chicos) consistía en realizar labores de “bodyshopping”, pero, eso sí, de alto nivel, y me explico.
Cuando nos explicaron lo que había que hacer dijimos, muy fácil, dadnos toda la documentación del diseño funcional, técnico y detallado de la aplicación antigua y los fuentes, fijamos unas entrevistas con los usuarios (tanto de la Central como de tiendas) para recoger mejoras funcionales a añadir y nos ponemos a clonar. “No hay documentación alguna, ni siquiera de la base de datos. No hay acceso a los fuentes”. Pero entonces, “¿cómo mantenéis la aplicación?”.”No se mantiene, funciona bien y no da errores”. Por causas que no recuerdo o que quizá no nos contaron no disponían de los fuentes, de ningún tipo de documentación, no se podían editar los programas (sólo tenían los ejecutables) y sólo contábamos con los usuarios que nos podían explicar la funcionalidad de la aplicación y con la colaboración puntual de un analista-programador de AC que diez años antes había participado de lleno en el desarrollo del sistema. Así que el “body-shopping” pasó a ser un desarrollo artesanal con un enfoque metodológico totalmente nuevo para mí : prueba a fondo un sistema metiéndole datos y viendo el “output”, aplica el método de ensayo-error y fíate de lo que te cuentan los usuarios, vamos una especie de “ingeniería inversa” con un toque surrealista.
Y así lo hicimos. Desarrollamos el sistema bajo la nueva arquitectura, con las mejores sugeridas por los usuarios (imaginad lo complicado que resultó la gestión del proyecto para controlar lo que quedaba dentro del alcance y lo que no cuando de antemano fue imposible establecerlo) y además logramos que funcionara como el antiguo, pero más bonito. Recuerdo un par de procesos de cálculo interno que realizaba el sistema que nos costó horas y horas descubrir cómo funcionaban, qué algoritmo y qué calculo aplicaban. Y todo a base de meter datos de todo tipo, para encontrar el cálculo habitual y encontrar, lo que es peor, las excepciones al mismo (que las había, y algún usuario te daba alguna pista, “cuidado, que cuanto no hay talla y sí color el sistema tiene que obviar el dato X”). Recuerdo las horas interminables con Mrs. Minutito metiendo datos en el sistema antiguo y viendo el resultado para tratar de averiguar cómo funcionaban las entrañas, a las que no podíamos acceder. Pero lo conseguimos. Llegamos a poner ambos sistemas en paralelo y con una carga masiva de datos comprobar que el “output” era exactamente el mismo. Igual se nos había escapada alguna excepción, alguna singularidad (empleando jerga matemática), pero el 99,99% parecía estar logrado. De este nuevo enfoque metodológico aprendí mucho.
Adicionalmente incluimos mejoras, sobre todo de interfaz gráfico de usuario, a la hora de introducir datos en el sistema. Por ejemplo incluimos por programa pantallas matriciales de datos que gestionaban las combinaciones de talla y color que eran una de las claves del sistema, todo muy visual, con colorines y avisos.
La puesta en marcha fue todo un éxito (perdonad la inmodestia), sin ningún percance ni error. El usuario se mostró encantado con la nueva aplicación, al manejar un sistema mucho más “user friendly” e intuitivo a la vez que manteniendo las mismas funcionalidades del antiguo. En este sentido la “gestión del cambio” fue mínima y así pudimos percibirlo en las sesiones de formación a usuarios que impartimos. Esta vez sí que dejamos una documentación exhaustiva de todo el sistema, incluyendo manuales de formación y de usuario, base de datos, y todo el diseño. Y todo lo hicimos los de siempre : Mrs. Minutito, Mrs. R., Mr. Charlie Brown y otros dos programadores que no he mencionado hasta ahora (O y N), que trabajaban realmente bien y que encajaban en el equipo de forma envidiable, os lo puedo asegurar. Trabajar con gente así es garantía de éxito y sin ellos no hay mérito alguno. El cliente manifestó su alta satisfacción con el resultado final y fuimos felicitados (y también recompensados en la siguiente subida salarial) por ello.
Pero claro, no todo es siempre excelente, y de este proyecto guardo un mal recuerdo que refleja la inicuidad de algunas personas para las que el fin justifica los medios no importa que mi fin sea una estupidez y los medios supongan un elevado coste para otros, un fin pírrico, en definitiva. Resulta que por parte del cliente, situaron como responsable de este proyecto a un ejemplo perfecto de cómo la vanidad puede confluir con la prepotencia para superar complejos de inferioridad y practicar las filias personales : era rubio, musculoso luciendo camisas prietas con sus iniciales (por supuesto), la nariz podría emplearse para apagar velas perfectamente y casi le tocaba el mentón, también prominente y andaba que, como dicen en mi tierra, le faltaba sólo el caballo y las dos pistolas. Nunca me inspiró confianza, siempre me pareció un tocap....lotas, de mirada desagradable, déspota, reafirmando su autoridad constantemente. Pero como era el cliente, había que torearlo como mejor se podía. Entre otras cosas se vanagloriaba de obligar a los consultores a venir a trabajar los sábados. Para ello fijaba las fechas de los Informes de Progreso en sábado, aduciendo que su agenda estaba muy completa (en la cafetería decía que “si yo tengo que trabajar un sábado, ellos también”, con esa voz suya que parecía que se había tragado un payaso) y ahí estábamos nosotros algunos sábados acudiendo a la reunión para encima tener que mirarle la cara adusta, con mirada de necesitar mucho “bifidus regularis”. Era Mr. Shit.
Pues bien, el incidente que tuve con Mr. Shit fue que se convocó una reunión de proyecto con los usuarios a la cual él quería asistir (para controlarlo todo, no sea que confabularan a su espalda). Cuando ya estaba acordada, me llamó para cambiarla porque le había surgido un cambio de agenda y no podía asistir (y por tanto no podía celebrarse, claro). Así que subí a su mesa (todavía no tenía despacho, qué infamia) y de palabra acordamos la nueva fecha que él podía (milagrosamente no era un sábado) y rehice la convocatoria con todos los usuarios comunicando la nueva fecha y hora. Mi error fue no llamar a un notario para levantar acta con dicho cambio en la que Mr. Shit firmara reconociendo el mismo. Así que llegado el día de la reunión, ante el retraso de Mr. Shit (no íbamos a empezar sin él), voy a buscarlo y me lo encuentro sentado en su mesa mirando al techo. Le comento que llega tarde a la reunión y me dice que no hay ninguna reunión agendada. Le recuerdo que yo mismo la fijé con él en ese mismo sitio y le enseño la convocatoria que entregamos a los usuarios (él incluido). Pero él se limita a decir : “Nunca fijaste conmigo esa fecha. Nunca he recibido esta convocatoria. No puedo asistir. No puede celebrarse. Tendrá que ser otro día. Hablaré con Mr. π para que esto no vuelva a suceder”. El incidente tuvo su importancia porque Mr. Shit se encargó de quejarse amargamente de mi mala planificación a Mr. π además de insinuar que yo estaba mintiendo para tapar mi error. Mr π me pidió lógicamente explicaciones. Como además de mi jefe era mi amigo, tengo claro que me creyó cuando le conté lo que había ocurrido y cuando le dije que claramente estaba mintiendo, por no dar su brazo a torcer, por un olvido por su parte o sencillamente porque le gustaba molestar impertinentemente (comprenderéis que hay otro vocablo más claro para esto, pero evito decirlo, sólo diré que empieza por “j”). Así que no se celebró la reunión, yo quedé mal con los usuarios y encima tuve que agachar la cabeza y guardarme las ganas de esperarlo en el parking y enseñarle la punta de mi zapato (permitidme este desahogo verbal). Mintió, estoy convencido, no se le olvidó todo el cambio y no me lo inventé yo todo. Es más, estoy seguro que si hubiera podido acceder a su agenda lo hubiera visto apuntado, como vi que lo apuntaba el día que fijamos la nueva fecha. A él le hubiera dado igual asistir a la reunión porque ese día continuó mirando el techo. Pero no, su autoridad tenía que verse reflejada, y su sadismo puesto en práctica. Con el tiempo lo ascendieron a un puesto de alta responsabilidad en el cliente, pero le duró poco. Luego me enteré que lo desterraron allende los mares (haciendo honor a su nombre) y tras un tiempo finalmente lo pusieron de patitas en la calle (seguramente por fin supieron con quién trataban o quizá era mayor su ambición que su capacidad). No sé dónde estará ahora, pero me lo imagino dirigiendo un burdel sadomasoquista o retorciendo pescuezos en una granja de pollos. Y no vayáis a pensar que tengo un mal concepto de su persona, no, por favor.
Acabado este módulo, acometimos otros proyectos ya menos destacables que fueron los que tuve que desarrollar teniendo como jefes de equipo a mi cargo a dos catalejos de primer nivel, uno de ellos ya mencionado en una entrada anterior : Mrs. Smiley. El otro tenía un apellido que era en sí toda una profecía de cómo era de bueno como remero (hay ironía en esto, que quede claro). Con Mrs. Smiley tuve que sufrir cómo no aportar poco o casi nada a un proyecto, salvo las sonrisas, puede llegar a ser recompensado injustamente, y eso a pesar de la “caña” que le di para que reaccionara, se pusiera las pilas y empleara las neuronas para “crear”. Pero no lo conseguí, o no daba más de sí o no le daba la gana de darlo. Al final me tuve que “chupar” la revisión de todo su diseño detallado y los cuadernos de carga de lo que estábamos haciendo (un nuevo módulo en el SC sobre aprovisionamiento centralizado de productos de ocio). Y aunque en el “appraisal” que le hice, reflejé lo que había ocurrido y se le dieron toques de atención en ese sentido, sus sonrisas llegaron a prevalecer sin que yo pudiera evitarlo. Un catalejo de primer nivel, incapaz de arremangarse y aportar, incapaz de entender conceptualmente el proyecto, pero, eso sí, con mucha verborrea y mucho comentario oportunista.
El otro catalejo (al que años después tuve como proveedor de servicios cuando yo ya estaba en la parte del cliente, creo que su tarjeta decía algo así como “Director de Desarrollo de Negocio”, aunque yo tenía claro que se dedicaba a “vender motos”) fue alguien a quien no vi venir, me fie y delegué buena parte del diseño del módulo nuevo del SC (en ese momento yo actuaba como jefe de equipo pero con 2 o 3 jefes de equipo por debajo y coordinaba el desarrollo de varios módulos del SC al mismo tiempo, al igual que actuaba Mr. Cid, con lo que os podéis imaginar que el volumen de trabajo que desarrollábamos era ya importante). Cuando llegó el momento de acometer el desarrollo del módulo y le pedí el diseño detallado a Mr. Vendomotos y los cuadernos de carga para empezar la programación, me encontré con un diseño levemente detallado, que pretendía que hablándole de pájaros y flores, el programador fuera capaz de desarrollar el sistema : ni ficheros, ni campos, ni validaciones, ni estructuración técnica, una m...erda con todas sus letras (quito la “i” para que no se me tilde de grosero). Con las fechas comprometidas con el cliente, cuando me encontré con ese panorama, no me quedó más que dar un golpe de estado : hablé con Mr. π y le expuse la situación, encima me calló la bronca por no haber supervisado el trabajo de Mr. Vendomotos (pero me lo habían vendido como un tío “solvente que trabajaba muy bien, que llevaba muy buena carrera y que era muy sólido técnica y funcionalmente”) y tomamos la resolución de sacar del proyecto al figura, meterme yo a saco en el mismo a rehacer todos los diseños y a poner una vela a San Líbrame de los Catalejos bendito para que todo nos saliera bien y en fechas. Convoqué una reunión de urgencia con mi equipo (el de siempre en este cliente) y les dije : “chicos, tenemos un problema”. Una vez más se volcaron con todo su esfuerzo y su buen hacer y me sacaron del apuro, teniendo que ser reasignados a este “marrón” y teniendo que dejar aparcado lo que estaban haciendo en ese momento, que no era esto : con cuadernos de carga medio detallados y dando directrices de palabra, obviando hacer una documentación bien hecha (para luego completarla, una vez puesto en marcha el módulo) y centrándonos mucho en realizar unas buenas pruebas unitarias e integrada que nos aseguraran que lo estábamos haciendo bien, logramos llegar en fechas y poner en marcha el módulo. Creo recordar que no fue un “roll out” tan impecable como otros, que hubo algunas incidencias que supimos resolver casi al momento, pero conseguimos sacarlo adelante. Luego nos dedicamos a completar la documentación, a comentar bien los fuentes, a revisar aspectos menores que habíamos dejado de lado (aspectos gráficos en las pantallas y en los campos y cuestiones casi de estética en el módulo), al tiempo que continuábamos con la labor paralela de dar soporte a usuarios del SC, un SC cada vez más grande y complejo.
Pues bien, de esta situación saqué la lección aprendida de no fiarte de lo que te cuentan de una persona y supervisarla hasta que te genere confianza y te demuestre que es lo que dicen que es. En este caso fui víctima de la rumorología que suele bien acompañar a todo buen catalejo que se precie, me la creí y pensé que era alguien solvente, capaz y que sabía lo que tenía que hacer porque lo había hecho en otros proyectos similares. Y resultó que no, que era un “bluff”, una estela de algo que no tenía consistencia. Un catalejo de pata negra con denominación de origen.
Y así transcurrió otro año más en este cliente. A finales de 1997 ya se comenzó a gestar mi salida del mismo, tal y como comenté en la primera entrada de este cliente, porque Mr. Cr. me tenía preparado un nuevo cliente y un nuevo proyecto que relataré en próximas entradas (mi quinto cliente, y, aunque dicen que no hay quinto malo, en este caso encontré el contraejemplo perfecto, pero eso lo contaré más adelante). Así que poco a poco fui cediendo mis poderes a Mr. Cid, que era el designado para hacerse cargo de todo el SC (él ya tenía sus poderes y los amplió al recibir los míos) con todo el equipo asignado al mismo a su cargo y con todos los proyectos bajo su rienda.
Y yo abandoné este cliente, tras casi tres años de trabajo duro pero muy enriquecedor, didáctico y representativo de la labor de un consultor de sistemas. En breve me harían Gerente si todo iba sobre lo previsto, yo lo sabía y me apetecía probar. Lo que no sabía es que el precio que tuve que dar a cambio era muy alto, mucho más que los más de 60 puntos de subida salarial que me darían al promocionar a gerente, mucho más que disponer de portátil, teléfono móvil, mi nombre en una tarjeta de cartón con el logo de AC, una mesa siempre disponible en la Torre Picasso, una porción de secretaria (los gerentes nuevos compartían secretaria) y pertenecer al “Executive Team” de la firma, con sueldo variable añadido. Pero eso no ocurriría hasta septiembre de 1998, quedaban todavía nueve meses, los cuales transcurrieron en mi quinto cliente : los malteses.
Entre otras cosas se centralizarán los PVP de los productos de marca propia y productos de mejor precio. En la estrategia comercial de un distribuidor es típico desarrollar marca propia (o marca blanca, como se llamaba al principio). Este cliente optó en aquel momento por la estrategia de situar su marca propia entre los productos de marca conocida y los productos de mejor precio. Es decir, quiso posicionar su marca como un buen producto a un buen precio. Para ello elegía para cada producto uno de mejor precio, es decir, el más barato para el público y situaba el PVP del producto de su marca por encima de éste pero por debajo del producto correspondiente de marca conocida. Por ejemplo : el Nescafé 400gr a 4,85€, el café soluble marca propia a 3,20€ y un café soluble marca Pepe a 2,15€. Fijando bien esta estrategia de PVP era posible mejorar notablemente el margen por producto y por tanto el margen final, atendiendo a la negociación de los precios de compra (ya centralizados) y a la rotación del producto en los lineales de cada tienda. Todo ello junto con una buena campaña de marketing y promoción de la marca propia en los folletos y promociones de cada tienda.
Como quiero ser breve, para finalizar ya con este cliente, comentaré brevemente los proyectos de esta etapa final junto con anécdotas y recuerdos que me surgen sobre la tecla.
El siguiente proyecto que desarrollamos vino a ser un módulo más en el SC y consistió en un sistema de compras centralizadas para las tiendas aplicado al sector de textil. Las tiendas venían a la Central a realizar los pedidos que la Central les serviría en sus tiendas posteriormente. Ya existía un sistema que realizaba estas funciones pero el proyecto consistía en clonar este sistema en uno nuevo dentro del SC y bajo la nueva arquitectura. El sistema antiguo corría en una máquina cavernaria y estaba codificado en RPG (¡¡!!). Así que nuestro nuevo proyecto (esta vez sólo para mí con mis chicos) consistía en realizar labores de “bodyshopping”, pero, eso sí, de alto nivel, y me explico.
Cuando nos explicaron lo que había que hacer dijimos, muy fácil, dadnos toda la documentación del diseño funcional, técnico y detallado de la aplicación antigua y los fuentes, fijamos unas entrevistas con los usuarios (tanto de la Central como de tiendas) para recoger mejoras funcionales a añadir y nos ponemos a clonar. “No hay documentación alguna, ni siquiera de la base de datos. No hay acceso a los fuentes”. Pero entonces, “¿cómo mantenéis la aplicación?”.”No se mantiene, funciona bien y no da errores”. Por causas que no recuerdo o que quizá no nos contaron no disponían de los fuentes, de ningún tipo de documentación, no se podían editar los programas (sólo tenían los ejecutables) y sólo contábamos con los usuarios que nos podían explicar la funcionalidad de la aplicación y con la colaboración puntual de un analista-programador de AC que diez años antes había participado de lleno en el desarrollo del sistema. Así que el “body-shopping” pasó a ser un desarrollo artesanal con un enfoque metodológico totalmente nuevo para mí : prueba a fondo un sistema metiéndole datos y viendo el “output”, aplica el método de ensayo-error y fíate de lo que te cuentan los usuarios, vamos una especie de “ingeniería inversa” con un toque surrealista.
Y así lo hicimos. Desarrollamos el sistema bajo la nueva arquitectura, con las mejores sugeridas por los usuarios (imaginad lo complicado que resultó la gestión del proyecto para controlar lo que quedaba dentro del alcance y lo que no cuando de antemano fue imposible establecerlo) y además logramos que funcionara como el antiguo, pero más bonito. Recuerdo un par de procesos de cálculo interno que realizaba el sistema que nos costó horas y horas descubrir cómo funcionaban, qué algoritmo y qué calculo aplicaban. Y todo a base de meter datos de todo tipo, para encontrar el cálculo habitual y encontrar, lo que es peor, las excepciones al mismo (que las había, y algún usuario te daba alguna pista, “cuidado, que cuanto no hay talla y sí color el sistema tiene que obviar el dato X”). Recuerdo las horas interminables con Mrs. Minutito metiendo datos en el sistema antiguo y viendo el resultado para tratar de averiguar cómo funcionaban las entrañas, a las que no podíamos acceder. Pero lo conseguimos. Llegamos a poner ambos sistemas en paralelo y con una carga masiva de datos comprobar que el “output” era exactamente el mismo. Igual se nos había escapada alguna excepción, alguna singularidad (empleando jerga matemática), pero el 99,99% parecía estar logrado. De este nuevo enfoque metodológico aprendí mucho.
Adicionalmente incluimos mejoras, sobre todo de interfaz gráfico de usuario, a la hora de introducir datos en el sistema. Por ejemplo incluimos por programa pantallas matriciales de datos que gestionaban las combinaciones de talla y color que eran una de las claves del sistema, todo muy visual, con colorines y avisos.
La puesta en marcha fue todo un éxito (perdonad la inmodestia), sin ningún percance ni error. El usuario se mostró encantado con la nueva aplicación, al manejar un sistema mucho más “user friendly” e intuitivo a la vez que manteniendo las mismas funcionalidades del antiguo. En este sentido la “gestión del cambio” fue mínima y así pudimos percibirlo en las sesiones de formación a usuarios que impartimos. Esta vez sí que dejamos una documentación exhaustiva de todo el sistema, incluyendo manuales de formación y de usuario, base de datos, y todo el diseño. Y todo lo hicimos los de siempre : Mrs. Minutito, Mrs. R., Mr. Charlie Brown y otros dos programadores que no he mencionado hasta ahora (O y N), que trabajaban realmente bien y que encajaban en el equipo de forma envidiable, os lo puedo asegurar. Trabajar con gente así es garantía de éxito y sin ellos no hay mérito alguno. El cliente manifestó su alta satisfacción con el resultado final y fuimos felicitados (y también recompensados en la siguiente subida salarial) por ello.
Pero claro, no todo es siempre excelente, y de este proyecto guardo un mal recuerdo que refleja la inicuidad de algunas personas para las que el fin justifica los medios no importa que mi fin sea una estupidez y los medios supongan un elevado coste para otros, un fin pírrico, en definitiva. Resulta que por parte del cliente, situaron como responsable de este proyecto a un ejemplo perfecto de cómo la vanidad puede confluir con la prepotencia para superar complejos de inferioridad y practicar las filias personales : era rubio, musculoso luciendo camisas prietas con sus iniciales (por supuesto), la nariz podría emplearse para apagar velas perfectamente y casi le tocaba el mentón, también prominente y andaba que, como dicen en mi tierra, le faltaba sólo el caballo y las dos pistolas. Nunca me inspiró confianza, siempre me pareció un tocap....lotas, de mirada desagradable, déspota, reafirmando su autoridad constantemente. Pero como era el cliente, había que torearlo como mejor se podía. Entre otras cosas se vanagloriaba de obligar a los consultores a venir a trabajar los sábados. Para ello fijaba las fechas de los Informes de Progreso en sábado, aduciendo que su agenda estaba muy completa (en la cafetería decía que “si yo tengo que trabajar un sábado, ellos también”, con esa voz suya que parecía que se había tragado un payaso) y ahí estábamos nosotros algunos sábados acudiendo a la reunión para encima tener que mirarle la cara adusta, con mirada de necesitar mucho “bifidus regularis”. Era Mr. Shit.
Pues bien, el incidente que tuve con Mr. Shit fue que se convocó una reunión de proyecto con los usuarios a la cual él quería asistir (para controlarlo todo, no sea que confabularan a su espalda). Cuando ya estaba acordada, me llamó para cambiarla porque le había surgido un cambio de agenda y no podía asistir (y por tanto no podía celebrarse, claro). Así que subí a su mesa (todavía no tenía despacho, qué infamia) y de palabra acordamos la nueva fecha que él podía (milagrosamente no era un sábado) y rehice la convocatoria con todos los usuarios comunicando la nueva fecha y hora. Mi error fue no llamar a un notario para levantar acta con dicho cambio en la que Mr. Shit firmara reconociendo el mismo. Así que llegado el día de la reunión, ante el retraso de Mr. Shit (no íbamos a empezar sin él), voy a buscarlo y me lo encuentro sentado en su mesa mirando al techo. Le comento que llega tarde a la reunión y me dice que no hay ninguna reunión agendada. Le recuerdo que yo mismo la fijé con él en ese mismo sitio y le enseño la convocatoria que entregamos a los usuarios (él incluido). Pero él se limita a decir : “Nunca fijaste conmigo esa fecha. Nunca he recibido esta convocatoria. No puedo asistir. No puede celebrarse. Tendrá que ser otro día. Hablaré con Mr. π para que esto no vuelva a suceder”. El incidente tuvo su importancia porque Mr. Shit se encargó de quejarse amargamente de mi mala planificación a Mr. π además de insinuar que yo estaba mintiendo para tapar mi error. Mr π me pidió lógicamente explicaciones. Como además de mi jefe era mi amigo, tengo claro que me creyó cuando le conté lo que había ocurrido y cuando le dije que claramente estaba mintiendo, por no dar su brazo a torcer, por un olvido por su parte o sencillamente porque le gustaba molestar impertinentemente (comprenderéis que hay otro vocablo más claro para esto, pero evito decirlo, sólo diré que empieza por “j”). Así que no se celebró la reunión, yo quedé mal con los usuarios y encima tuve que agachar la cabeza y guardarme las ganas de esperarlo en el parking y enseñarle la punta de mi zapato (permitidme este desahogo verbal). Mintió, estoy convencido, no se le olvidó todo el cambio y no me lo inventé yo todo. Es más, estoy seguro que si hubiera podido acceder a su agenda lo hubiera visto apuntado, como vi que lo apuntaba el día que fijamos la nueva fecha. A él le hubiera dado igual asistir a la reunión porque ese día continuó mirando el techo. Pero no, su autoridad tenía que verse reflejada, y su sadismo puesto en práctica. Con el tiempo lo ascendieron a un puesto de alta responsabilidad en el cliente, pero le duró poco. Luego me enteré que lo desterraron allende los mares (haciendo honor a su nombre) y tras un tiempo finalmente lo pusieron de patitas en la calle (seguramente por fin supieron con quién trataban o quizá era mayor su ambición que su capacidad). No sé dónde estará ahora, pero me lo imagino dirigiendo un burdel sadomasoquista o retorciendo pescuezos en una granja de pollos. Y no vayáis a pensar que tengo un mal concepto de su persona, no, por favor.
Acabado este módulo, acometimos otros proyectos ya menos destacables que fueron los que tuve que desarrollar teniendo como jefes de equipo a mi cargo a dos catalejos de primer nivel, uno de ellos ya mencionado en una entrada anterior : Mrs. Smiley. El otro tenía un apellido que era en sí toda una profecía de cómo era de bueno como remero (hay ironía en esto, que quede claro). Con Mrs. Smiley tuve que sufrir cómo no aportar poco o casi nada a un proyecto, salvo las sonrisas, puede llegar a ser recompensado injustamente, y eso a pesar de la “caña” que le di para que reaccionara, se pusiera las pilas y empleara las neuronas para “crear”. Pero no lo conseguí, o no daba más de sí o no le daba la gana de darlo. Al final me tuve que “chupar” la revisión de todo su diseño detallado y los cuadernos de carga de lo que estábamos haciendo (un nuevo módulo en el SC sobre aprovisionamiento centralizado de productos de ocio). Y aunque en el “appraisal” que le hice, reflejé lo que había ocurrido y se le dieron toques de atención en ese sentido, sus sonrisas llegaron a prevalecer sin que yo pudiera evitarlo. Un catalejo de primer nivel, incapaz de arremangarse y aportar, incapaz de entender conceptualmente el proyecto, pero, eso sí, con mucha verborrea y mucho comentario oportunista.
El otro catalejo (al que años después tuve como proveedor de servicios cuando yo ya estaba en la parte del cliente, creo que su tarjeta decía algo así como “Director de Desarrollo de Negocio”, aunque yo tenía claro que se dedicaba a “vender motos”) fue alguien a quien no vi venir, me fie y delegué buena parte del diseño del módulo nuevo del SC (en ese momento yo actuaba como jefe de equipo pero con 2 o 3 jefes de equipo por debajo y coordinaba el desarrollo de varios módulos del SC al mismo tiempo, al igual que actuaba Mr. Cid, con lo que os podéis imaginar que el volumen de trabajo que desarrollábamos era ya importante). Cuando llegó el momento de acometer el desarrollo del módulo y le pedí el diseño detallado a Mr. Vendomotos y los cuadernos de carga para empezar la programación, me encontré con un diseño levemente detallado, que pretendía que hablándole de pájaros y flores, el programador fuera capaz de desarrollar el sistema : ni ficheros, ni campos, ni validaciones, ni estructuración técnica, una m...erda con todas sus letras (quito la “i” para que no se me tilde de grosero). Con las fechas comprometidas con el cliente, cuando me encontré con ese panorama, no me quedó más que dar un golpe de estado : hablé con Mr. π y le expuse la situación, encima me calló la bronca por no haber supervisado el trabajo de Mr. Vendomotos (pero me lo habían vendido como un tío “solvente que trabajaba muy bien, que llevaba muy buena carrera y que era muy sólido técnica y funcionalmente”) y tomamos la resolución de sacar del proyecto al figura, meterme yo a saco en el mismo a rehacer todos los diseños y a poner una vela a San Líbrame de los Catalejos bendito para que todo nos saliera bien y en fechas. Convoqué una reunión de urgencia con mi equipo (el de siempre en este cliente) y les dije : “chicos, tenemos un problema”. Una vez más se volcaron con todo su esfuerzo y su buen hacer y me sacaron del apuro, teniendo que ser reasignados a este “marrón” y teniendo que dejar aparcado lo que estaban haciendo en ese momento, que no era esto : con cuadernos de carga medio detallados y dando directrices de palabra, obviando hacer una documentación bien hecha (para luego completarla, una vez puesto en marcha el módulo) y centrándonos mucho en realizar unas buenas pruebas unitarias e integrada que nos aseguraran que lo estábamos haciendo bien, logramos llegar en fechas y poner en marcha el módulo. Creo recordar que no fue un “roll out” tan impecable como otros, que hubo algunas incidencias que supimos resolver casi al momento, pero conseguimos sacarlo adelante. Luego nos dedicamos a completar la documentación, a comentar bien los fuentes, a revisar aspectos menores que habíamos dejado de lado (aspectos gráficos en las pantallas y en los campos y cuestiones casi de estética en el módulo), al tiempo que continuábamos con la labor paralela de dar soporte a usuarios del SC, un SC cada vez más grande y complejo.
Pues bien, de esta situación saqué la lección aprendida de no fiarte de lo que te cuentan de una persona y supervisarla hasta que te genere confianza y te demuestre que es lo que dicen que es. En este caso fui víctima de la rumorología que suele bien acompañar a todo buen catalejo que se precie, me la creí y pensé que era alguien solvente, capaz y que sabía lo que tenía que hacer porque lo había hecho en otros proyectos similares. Y resultó que no, que era un “bluff”, una estela de algo que no tenía consistencia. Un catalejo de pata negra con denominación de origen.
Y así transcurrió otro año más en este cliente. A finales de 1997 ya se comenzó a gestar mi salida del mismo, tal y como comenté en la primera entrada de este cliente, porque Mr. Cr. me tenía preparado un nuevo cliente y un nuevo proyecto que relataré en próximas entradas (mi quinto cliente, y, aunque dicen que no hay quinto malo, en este caso encontré el contraejemplo perfecto, pero eso lo contaré más adelante). Así que poco a poco fui cediendo mis poderes a Mr. Cid, que era el designado para hacerse cargo de todo el SC (él ya tenía sus poderes y los amplió al recibir los míos) con todo el equipo asignado al mismo a su cargo y con todos los proyectos bajo su rienda.
Y yo abandoné este cliente, tras casi tres años de trabajo duro pero muy enriquecedor, didáctico y representativo de la labor de un consultor de sistemas. En breve me harían Gerente si todo iba sobre lo previsto, yo lo sabía y me apetecía probar. Lo que no sabía es que el precio que tuve que dar a cambio era muy alto, mucho más que los más de 60 puntos de subida salarial que me darían al promocionar a gerente, mucho más que disponer de portátil, teléfono móvil, mi nombre en una tarjeta de cartón con el logo de AC, una mesa siempre disponible en la Torre Picasso, una porción de secretaria (los gerentes nuevos compartían secretaria) y pertenecer al “Executive Team” de la firma, con sueldo variable añadido. Pero eso no ocurriría hasta septiembre de 1998, quedaban todavía nueve meses, los cuales transcurrieron en mi quinto cliente : los malteses.
5 comentarios:
Genial la entrada, como siempre!
Un saludo
Hola Yuki,
Comentarte que has sido una de mis propuestas para el Blog Day.
Felicidades por el Blog! Me lo he leido enterito en un fin de semana.
Muy entretenido y enriquecedor.
Un saludo!
EXPERIENCE HUNTER
Me alegro mucho de que os haya gustado la entrada y todo un honor para mí la propuesta para el Blog Day, gracias experience hunter.
Estoy preparando la próxima entrada.
Yuki, aquí la pista.
Pude salir el primero de los Malteses dado que el arranque de mi módulo fue bastante sencillo y contaba con la programadora-TOTAL que era una auténtica máquina.
Luego recorrí el camino en sentido contrario (Mercaderes No Venecianos) donde mi historia daría también para otro blog "De consultor a..."
Bueno, yo te contesto en la última entrada donde has dejado el comentario. Creo que mis sospechas son ciertas. Si es así el título de tu blog sería "De consultor a...scendiendo en la pirámide" y recién ascendido.
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