viernes, 8 de agosto de 2008

26 - Mi cuarto cliente : los mercaderes no venecianos (VII)

En una entrada final quiero contar resumidamente los últimos proyectos en este cliente (aunque resultará una entrada larga, que se puede leer por partes). Abarcan desde diciembre de 1996 hasta fin de 1997, más de un año de trabajo durante el que continuamos desarrollando nuevas funcionalidades y nuevos módulos del SC, tocando más palos y continuando con el proceso de centralización que es la clave en este cliente.

Entre otras cosas se centralizarán los PVP de los productos de marca propia y productos de mejor precio. En la estrategia comercial de un distribuidor es típico desarrollar marca propia (o marca blanca, como se llamaba al principio). Este cliente optó en aquel momento por la estrategia de situar su marca propia entre los productos de marca conocida y los productos de mejor precio. Es decir, quiso posicionar su marca como un buen producto a un buen precio. Para ello elegía para cada producto uno de mejor precio, es decir, el más barato para el público y situaba el PVP del producto de su marca por encima de éste pero por debajo del producto correspondiente de marca conocida. Por ejemplo : el Nescafé 400gr a 4,85€, el café soluble marca propia a 3,20€ y un café soluble marca Pepe a 2,15€. Fijando bien esta estrategia de PVP era posible mejorar notablemente el margen por producto y por tanto el margen final, atendiendo a la negociación de los precios de compra (ya centralizados) y a la rotación del producto en los lineales de cada tienda. Todo ello junto con una buena campaña de marketing y promoción de la marca propia en los folletos y promociones de cada tienda.

Como quiero ser breve, para finalizar ya con este cliente, comentaré brevemente los proyectos de esta etapa final junto con anécdotas y recuerdos que me surgen sobre la tecla.

El siguiente proyecto que desarrollamos vino a ser un módulo más en el SC y consistió en un sistema de compras centralizadas para las tiendas aplicado al sector de textil. Las tiendas venían a la Central a realizar los pedidos que la Central les serviría en sus tiendas posteriormente. Ya existía un sistema que realizaba estas funciones pero el proyecto consistía en clonar este sistema en uno nuevo dentro del SC y bajo la nueva arquitectura. El sistema antiguo corría en una máquina cavernaria y estaba codificado en RPG (¡¡!!). Así que nuestro nuevo proyecto (esta vez sólo para mí con mis chicos) consistía en realizar labores de “bodyshopping”, pero, eso sí, de alto nivel, y me explico.

Cuando nos explicaron lo que había que hacer dijimos, muy fácil, dadnos toda la documentación del diseño funcional, técnico y detallado de la aplicación antigua y los fuentes, fijamos unas entrevistas con los usuarios (tanto de la Central como de tiendas) para recoger mejoras funcionales a añadir y nos ponemos a clonar. “No hay documentación alguna, ni siquiera de la base de datos. No hay acceso a los fuentes”. Pero entonces, “¿cómo mantenéis la aplicación?”.”No se mantiene, funciona bien y no da errores”. Por causas que no recuerdo o que quizá no nos contaron no disponían de los fuentes, de ningún tipo de documentación, no se podían editar los programas (sólo tenían los ejecutables) y sólo contábamos con los usuarios que nos podían explicar la funcionalidad de la aplicación y con la colaboración puntual de un analista-programador de AC que diez años antes había participado de lleno en el desarrollo del sistema. Así que el “body-shopping” pasó a ser un desarrollo artesanal con un enfoque metodológico totalmente nuevo para mí : prueba a fondo un sistema metiéndole datos y viendo el “output”, aplica el método de ensayo-error y fíate de lo que te cuentan los usuarios, vamos una especie de “ingeniería inversa” con un toque surrealista.

Y así lo hicimos. Desarrollamos el sistema bajo la nueva arquitectura, con las mejores sugeridas por los usuarios (imaginad lo complicado que resultó la gestión del proyecto para controlar lo que quedaba dentro del alcance y lo que no cuando de antemano fue imposible establecerlo) y además logramos que funcionara como el antiguo, pero más bonito. Recuerdo un par de procesos de cálculo interno que realizaba el sistema que nos costó horas y horas descubrir cómo funcionaban, qué algoritmo y qué calculo aplicaban. Y todo a base de meter datos de todo tipo, para encontrar el cálculo habitual y encontrar, lo que es peor, las excepciones al mismo (que las había, y algún usuario te daba alguna pista, “cuidado, que cuanto no hay talla y sí color el sistema tiene que obviar el dato X”). Recuerdo las horas interminables con Mrs. Minutito metiendo datos en el sistema antiguo y viendo el resultado para tratar de averiguar cómo funcionaban las entrañas, a las que no podíamos acceder. Pero lo conseguimos. Llegamos a poner ambos sistemas en paralelo y con una carga masiva de datos comprobar que el “output” era exactamente el mismo. Igual se nos había escapada alguna excepción, alguna singularidad (empleando jerga matemática), pero el 99,99% parecía estar logrado. De este nuevo enfoque metodológico aprendí mucho.

Adicionalmente incluimos mejoras, sobre todo de interfaz gráfico de usuario, a la hora de introducir datos en el sistema. Por ejemplo incluimos por programa pantallas matriciales de datos que gestionaban las combinaciones de talla y color que eran una de las claves del sistema, todo muy visual, con colorines y avisos.

La puesta en marcha fue todo un éxito (perdonad la inmodestia), sin ningún percance ni error. El usuario se mostró encantado con la nueva aplicación, al manejar un sistema mucho más “user friendly” e intuitivo a la vez que manteniendo las mismas funcionalidades del antiguo. En este sentido la “gestión del cambio” fue mínima y así pudimos percibirlo en las sesiones de formación a usuarios que impartimos. Esta vez sí que dejamos una documentación exhaustiva de todo el sistema, incluyendo manuales de formación y de usuario, base de datos, y todo el diseño. Y todo lo hicimos los de siempre : Mrs. Minutito, Mrs. R., Mr. Charlie Brown y otros dos programadores que no he mencionado hasta ahora (O y N), que trabajaban realmente bien y que encajaban en el equipo de forma envidiable, os lo puedo asegurar. Trabajar con gente así es garantía de éxito y sin ellos no hay mérito alguno. El cliente manifestó su alta satisfacción con el resultado final y fuimos felicitados (y también recompensados en la siguiente subida salarial) por ello.

Pero claro, no todo es siempre excelente, y de este proyecto guardo un mal recuerdo que refleja la inicuidad de algunas personas para las que el fin justifica los medios no importa que mi fin sea una estupidez y los medios supongan un elevado coste para otros, un fin pírrico, en definitiva. Resulta que por parte del cliente, situaron como responsable de este proyecto a un ejemplo perfecto de cómo la vanidad puede confluir con la prepotencia para superar complejos de inferioridad y practicar las filias personales : era rubio, musculoso luciendo camisas prietas con sus iniciales (por supuesto), la nariz podría emplearse para apagar velas perfectamente y casi le tocaba el mentón, también prominente y andaba que, como dicen en mi tierra, le faltaba sólo el caballo y las dos pistolas. Nunca me inspiró confianza, siempre me pareció un tocap....lotas, de mirada desagradable, déspota, reafirmando su autoridad constantemente. Pero como era el cliente, había que torearlo como mejor se podía. Entre otras cosas se vanagloriaba de obligar a los consultores a venir a trabajar los sábados. Para ello fijaba las fechas de los Informes de Progreso en sábado, aduciendo que su agenda estaba muy completa (en la cafetería decía que “si yo tengo que trabajar un sábado, ellos también”, con esa voz suya que parecía que se había tragado un payaso) y ahí estábamos nosotros algunos sábados acudiendo a la reunión para encima tener que mirarle la cara adusta, con mirada de necesitar mucho “bifidus regularis”. Era Mr. Shit.

Pues bien, el incidente que tuve con Mr. Shit fue que se convocó una reunión de proyecto con los usuarios a la cual él quería asistir (para controlarlo todo, no sea que confabularan a su espalda). Cuando ya estaba acordada, me llamó para cambiarla porque le había surgido un cambio de agenda y no podía asistir (y por tanto no podía celebrarse, claro). Así que subí a su mesa (todavía no tenía despacho, qué infamia) y de palabra acordamos la nueva fecha que él podía (milagrosamente no era un sábado) y rehice la convocatoria con todos los usuarios comunicando la nueva fecha y hora. Mi error fue no llamar a un notario para levantar acta con dicho cambio en la que Mr. Shit firmara reconociendo el mismo. Así que llegado el día de la reunión, ante el retraso de Mr. Shit (no íbamos a empezar sin él), voy a buscarlo y me lo encuentro sentado en su mesa mirando al techo. Le comento que llega tarde a la reunión y me dice que no hay ninguna reunión agendada. Le recuerdo que yo mismo la fijé con él en ese mismo sitio y le enseño la convocatoria que entregamos a los usuarios (él incluido). Pero él se limita a decir : “Nunca fijaste conmigo esa fecha. Nunca he recibido esta convocatoria. No puedo asistir. No puede celebrarse. Tendrá que ser otro día. Hablaré con Mr. π para que esto no vuelva a suceder”. El incidente tuvo su importancia porque Mr. Shit se encargó de quejarse amargamente de mi mala planificación a Mr. π además de insinuar que yo estaba mintiendo para tapar mi error. Mr π me pidió lógicamente explicaciones. Como además de mi jefe era mi amigo, tengo claro que me creyó cuando le conté lo que había ocurrido y cuando le dije que claramente estaba mintiendo, por no dar su brazo a torcer, por un olvido por su parte o sencillamente porque le gustaba molestar impertinentemente (comprenderéis que hay otro vocablo más claro para esto, pero evito decirlo, sólo diré que empieza por “j”). Así que no se celebró la reunión, yo quedé mal con los usuarios y encima tuve que agachar la cabeza y guardarme las ganas de esperarlo en el parking y enseñarle la punta de mi zapato (permitidme este desahogo verbal). Mintió, estoy convencido, no se le olvidó todo el cambio y no me lo inventé yo todo. Es más, estoy seguro que si hubiera podido acceder a su agenda lo hubiera visto apuntado, como vi que lo apuntaba el día que fijamos la nueva fecha. A él le hubiera dado igual asistir a la reunión porque ese día continuó mirando el techo. Pero no, su autoridad tenía que verse reflejada, y su sadismo puesto en práctica. Con el tiempo lo ascendieron a un puesto de alta responsabilidad en el cliente, pero le duró poco. Luego me enteré que lo desterraron allende los mares (haciendo honor a su nombre) y tras un tiempo finalmente lo pusieron de patitas en la calle (seguramente por fin supieron con quién trataban o quizá era mayor su ambición que su capacidad). No sé dónde estará ahora, pero me lo imagino dirigiendo un burdel sadomasoquista o retorciendo pescuezos en una granja de pollos. Y no vayáis a pensar que tengo un mal concepto de su persona, no, por favor.

Acabado este módulo, acometimos otros proyectos ya menos destacables que fueron los que tuve que desarrollar teniendo como jefes de equipo a mi cargo a dos catalejos de primer nivel, uno de ellos ya mencionado en una entrada anterior : Mrs. Smiley. El otro tenía un apellido que era en sí toda una profecía de cómo era de bueno como remero (hay ironía en esto, que quede claro). Con Mrs. Smiley tuve que sufrir cómo no aportar poco o casi nada a un proyecto, salvo las sonrisas, puede llegar a ser recompensado injustamente, y eso a pesar de la “caña” que le di para que reaccionara, se pusiera las pilas y empleara las neuronas para “crear”. Pero no lo conseguí, o no daba más de sí o no le daba la gana de darlo. Al final me tuve que “chupar” la revisión de todo su diseño detallado y los cuadernos de carga de lo que estábamos haciendo (un nuevo módulo en el SC sobre aprovisionamiento centralizado de productos de ocio). Y aunque en el “appraisal” que le hice, reflejé lo que había ocurrido y se le dieron toques de atención en ese sentido, sus sonrisas llegaron a prevalecer sin que yo pudiera evitarlo. Un catalejo de primer nivel, incapaz de arremangarse y aportar, incapaz de entender conceptualmente el proyecto, pero, eso sí, con mucha verborrea y mucho comentario oportunista.

El otro catalejo (al que años después tuve como proveedor de servicios cuando yo ya estaba en la parte del cliente, creo que su tarjeta decía algo así como “Director de Desarrollo de Negocio”, aunque yo tenía claro que se dedicaba a “vender motos”) fue alguien a quien no vi venir, me fie y delegué buena parte del diseño del módulo nuevo del SC (en ese momento yo actuaba como jefe de equipo pero con 2 o 3 jefes de equipo por debajo y coordinaba el desarrollo de varios módulos del SC al mismo tiempo, al igual que actuaba Mr. Cid, con lo que os podéis imaginar que el volumen de trabajo que desarrollábamos era ya importante). Cuando llegó el momento de acometer el desarrollo del módulo y le pedí el diseño detallado a Mr. Vendomotos y los cuadernos de carga para empezar la programación, me encontré con un diseño levemente detallado, que pretendía que hablándole de pájaros y flores, el programador fuera capaz de desarrollar el sistema : ni ficheros, ni campos, ni validaciones, ni estructuración técnica, una m...erda con todas sus letras (quito la “i” para que no se me tilde de grosero). Con las fechas comprometidas con el cliente, cuando me encontré con ese panorama, no me quedó más que dar un golpe de estado : hablé con Mr. π y le expuse la situación, encima me calló la bronca por no haber supervisado el trabajo de Mr. Vendomotos (pero me lo habían vendido como un tío “solvente que trabajaba muy bien, que llevaba muy buena carrera y que era muy sólido técnica y funcionalmente”) y tomamos la resolución de sacar del proyecto al figura, meterme yo a saco en el mismo a rehacer todos los diseños y a poner una vela a San Líbrame de los Catalejos bendito para que todo nos saliera bien y en fechas. Convoqué una reunión de urgencia con mi equipo (el de siempre en este cliente) y les dije : “chicos, tenemos un problema”. Una vez más se volcaron con todo su esfuerzo y su buen hacer y me sacaron del apuro, teniendo que ser reasignados a este “marrón” y teniendo que dejar aparcado lo que estaban haciendo en ese momento, que no era esto : con cuadernos de carga medio detallados y dando directrices de palabra, obviando hacer una documentación bien hecha (para luego completarla, una vez puesto en marcha el módulo) y centrándonos mucho en realizar unas buenas pruebas unitarias e integrada que nos aseguraran que lo estábamos haciendo bien, logramos llegar en fechas y poner en marcha el módulo. Creo recordar que no fue un “roll out” tan impecable como otros, que hubo algunas incidencias que supimos resolver casi al momento, pero conseguimos sacarlo adelante. Luego nos dedicamos a completar la documentación, a comentar bien los fuentes, a revisar aspectos menores que habíamos dejado de lado (aspectos gráficos en las pantallas y en los campos y cuestiones casi de estética en el módulo), al tiempo que continuábamos con la labor paralela de dar soporte a usuarios del SC, un SC cada vez más grande y complejo.

Pues bien, de esta situación saqué la lección aprendida de no fiarte de lo que te cuentan de una persona y supervisarla hasta que te genere confianza y te demuestre que es lo que dicen que es. En este caso fui víctima de la rumorología que suele bien acompañar a todo buen catalejo que se precie, me la creí y pensé que era alguien solvente, capaz y que sabía lo que tenía que hacer porque lo había hecho en otros proyectos similares. Y resultó que no, que era un “bluff”, una estela de algo que no tenía consistencia. Un catalejo de pata negra con denominación de origen.

Y así transcurrió otro año más en este cliente. A finales de 1997 ya se comenzó a gestar mi salida del mismo, tal y como comenté en la primera entrada de este cliente, porque Mr. Cr. me tenía preparado un nuevo cliente y un nuevo proyecto que relataré en próximas entradas (mi quinto cliente, y, aunque dicen que no hay quinto malo, en este caso encontré el contraejemplo perfecto, pero eso lo contaré más adelante). Así que poco a poco fui cediendo mis poderes a Mr. Cid, que era el designado para hacerse cargo de todo el SC (él ya tenía sus poderes y los amplió al recibir los míos) con todo el equipo asignado al mismo a su cargo y con todos los proyectos bajo su rienda.

Y yo abandoné este cliente, tras casi tres años de trabajo duro pero muy enriquecedor, didáctico y representativo de la labor de un consultor de sistemas. En breve me harían Gerente si todo iba sobre lo previsto, yo lo sabía y me apetecía probar. Lo que no sabía es que el precio que tuve que dar a cambio era muy alto, mucho más que los más de 60 puntos de subida salarial que me darían al promocionar a gerente, mucho más que disponer de portátil, teléfono móvil, mi nombre en una tarjeta de cartón con el logo de AC, una mesa siempre disponible en la Torre Picasso, una porción de secretaria (los gerentes nuevos compartían secretaria) y pertenecer al “Executive Team” de la firma, con sueldo variable añadido. Pero eso no ocurriría hasta septiembre de 1998, quedaban todavía nueve meses, los cuales transcurrieron en mi quinto cliente : los malteses.

domingo, 3 de agosto de 2008

25 - Mi cuarto cliente : los mercaderes no venecianos (VI)

Así que, manos y traje a la obra, nos pusimos en marcha para implantar el nuevo ML. Como ya comenté, el proyecto tenía dos fases (como casi todos) :

Fase de diseño

La fase de diseño del ML la realizamos en las oficinas centrales, porque todavía no se había habilitado la nueva sede de la dirección logística (estaban en ello). Los tres senior partimos de una hoja en blanco (lo que me ha hecho recordar una frase muy americana en la documentación de la firma : “this page intentionally left blank”, que supongo que algunos recordarán ) para, junto a Mr. Diego, diseñar el nuevo ML. Recuerdo que uno de nuestros documentos de diseño que más empleamos y discutimos eran las famosas “bolas y cajas” (diagramas entidad-función del Method/1), que planteaban el boceto de todo el modelo y de donde derivábamos los procedimientos, la organización y los requerimientos de sistemas.

El proceso logístico consistiría en : las tiendas diariamente harían sus necesidades (expresión con cierta sorna que nos dio entrada a chascarrillos que amenizaban las largas jornadas y que hace referencia a la generación de necesidades de producto en la tienda en base a su previsión de ventas y su stock disponible) y las enviarían a Logística. Aquí las integrarían para preparar las entregas, bien desde plataformas en camiones multitienda y multirreferencia o bien entregas directas desde proveedor. Luego las tiendas recibirían la mercancía solicitada. Así de fácil. Adicionalmente, claro, la gestión de stocks en tienda y en plataformas, el reaprovisionamiento de plataformas mediante pedidos a proveedores y todos los intercambios de información entre tiendas, plataformas, proveedores y operadores logísticos (agentes involucrados).

Fase de implantación

Para implantar el modelo, además de poner en marcha las plataformas definidas en el diseño de la red física, operadas por los operadores logísticos con los que se había contratado el servicio, y además de poner en marcha la organización, los procedimientos y la normativa asociada, se implantaron los sistemas de información necesarios para el ML. Por una parte, un pequeño desarrollo en el sistema de las tiendas (fue mi primera incursión en este sistema, para la que conté con el conocimiento y el apoyo de Mr. π además de buena parte del equipo de tiendas) para generar las necesidades y enviarlas a Logística así como para realizar la recepción de mercancía junto con los informes y consultas asociados a todo ello. Por otra parte un módulo adicional en el SC que en un principio se intentó que cubriera todo el resto de la funcionalidad requerida, pero que al final se quedó reducido a cubrir el mantenimiento de datos del ML dado que el grueso de las operaciones (recepción de pedidos de tienda, preparación de entregas, gestión de rutas, reaprovisionamiento de plataformas, gestión de stocks de plataformas, previsión de ventas, gestión física del almacén, inventarios, etc.) no se pudo incluir en el SC por decisión (yo diría que política) del cliente.

Y aquí es donde hace su aparición el TILAS que ya mencioné en algún capítulo anterior. Y me explico.

Como suele ocurrir en consultoría, para dar una solución suelen concurrir varias ofertas. Nosotros diseñamos el ML, pero para implantarlo, el cliente barajó varias posibilidades contactando con otras empresas de servicios (la competencia, vamos). Una de ellas ofreció un paquete propio (cuyo nombre no digo pero que a buen entendedor..., aunque llamaré solución T) para gestionar toda la operativa de las plataformas. Nosotros, por nuestra parte, ofertamos como solución desarrollar a medida un módulo que se integrara en el SC con la alternativa de integrar en el SC un paquete del mercado muy conocido para las funciones específicas de previsiones de ventas y reaprovisionamiento, etc... (es absurdo desarrollar a medida funciones específicas que ya cubren soluciones en el mercado). Y ahí surgió la enconada batalla. Hicimos una revisión de la solución que proponía la competencia y concluimos que era una solución insuficiente para cubrir las funcionalidades además de ser técnicamente un poco antediluviana (además de que el interfaz era de todo menos GUI, como los "dumb terminal" de los IBM de los bancos en los años 80). Avisamos al cliente de problemas de estabilidad, de coherencia, de lagunas funcionales (entre otras cosas no tenían funcionalidades para la previsión de demanda, con lo que habría que realizar dicha previsión a mano e introducirla en T para lanzar el reaprovisionamiento de las plataformas), .... Todo podría indicar que al ser parte interesada, nuestras conclusiones eran parciales, pero no lo eran (no en su mayoría, eso lo aseguro). Al final, y ayudado seguramente por algún movimiento político fuera de horario de oficina, el cliente optó por la solución de la competencia (hay que tener en cuenta también que ya la tenían implantada en otras áreas funcionales de la empresa, por lo que decir ahora que no era de alguna forma poner en evidencia a quien en su momento dio luz verde a implantar este paquete).

Así que la implantación del ML pasaba por integrar la solución T en el desarrollo de sistemas, decisión que estuvo a punto de hacer naufragar la puesta en marcha del ML.

Por tanto, cada empresa hizo su trabajo y desarrolló y preparó sus sistemas. Por supuesto tuvimos que desarrollar en común unas interfases para intercambio de datos entre el SC, el sistema de tiendas y la solución T (pedidos de las tiendas, datos logísticos de los artículos, datos de los operadores logísticos, ...), para lo cual mantuvimos unas cuantas reuniones con nuestra competencia.

Cuando ya tuvimos todos los desarrollos realizados y probados, intentamos realizar una prueba integrada de todo el proceso logístico incluyendo en la misma la solución T. Pero los desarrolladores de la solución T incurrieron en retrasos que condicionaron los plazos previstos para la puesta en marcha del proceso (quiero recordar que, aunque la solución T la aportaba la competencia, nosotros éramos los responsables del “project management” global y por tanto los encargados de poner las pilas a los que se retrasaran). Y así tuvimos que librar duras batallas orales y escritas (las imprescindibles actas de reunión) para asumir responsabilidades y hacer que fueran asumidas por los demás. Hasta tal punto llegó la situación, que nos llegamos a plantear retrasar un mes la fecha prevista para la puesta en marcha, habida cuenta de los retrasos en los que se había incurrido y las pocas horas dedicadas a realizar una prueba integrada seria y solvente del nuevo ML. Pero finalmente, en una reunión tripartita entre el cliente, la competencia y nosotros, se concluyó que la fecha de arranque no se movía, avalando la competencia que su solución T estaba preparada y que ellos, por su cuenta, habían realizado la prueba integrada del proceso empleando datos de prueba masivos que les facilitamos nosotros a través de las interfases ya desarrolladas. Ellos daban su visto bueno a su solución, nosotros también a la nuestra. Pero la realidad era que no se había realizado una prueba integrada global de todos los procesos y todos los sistemas, sino que cada parte había hecho la suya y nos fiábamos los unos de los otros y el cliente nos dio su autorización para, con ese planteamiento, arrancar en las fechas previstas.

Y llegó el día del arranque. El día anterior anduvimos hasta bien tarde lanzando los procesos de conversión de datos y alimentación de los nuevos ficheros de las bases de datos para iniciar la operativa del ML, tanto en las tiendas (se eligió un piloto, creo recordar que con 3 tiendas, para iniciar el arranque, para posteriormente irlo extendiendo al resto) como en el SC. Creo que era lunes y tras un domingo agotador de conversión estábamos dispuestos a inaugurar ese barco llamado ML.

En cada tienda del piloto se ubicó a un responsable de nosotros (yo estaba en una). En la Central a cargo del SC y para verificar la recepción de las necesidades de cada tienda se quedó Mr. Cid junto con los responsables de la solución T, la cual tenía que recibir esas necesidades, procesarlas y generar los pedidos, la carga de los camiones y las rutas de reparto (información ésta que se enviaría al operador logístico para realizar la gestión física de la mercancía en la plataforma).

Las semanas previas al arranque, Mr. Cid tuvo la genial y acertadísima idea de desarrollar en Excel un sucedáneo de la solución T, una solución más o menos automatizada que se alimentara de los datos que enviaban las tiendas y lanzara un proceso que generara las entregas, las cargas de los camiones y hasta casi las rutas de entrega. (No recuerdo si comenté que Mr. Cid era un genio del Excel, el Excelman pata negra, que manejaba las tablas dinámicas como quien come pipas, VLOOKUP, etc...). A dicha solución, que era nuestro as bajo la manga y de cuya existencia hicimos partícipe a Mr. Diego, la solución de contingencia, la solución de “utilizar en caso de”, la llamamos TILAS.

Pues bien, el día D iniciamos el proceso en cada tienda, generando las necesidades y enviándolas a la Central, donde la solución T estaba dispuesta para recibirlas, integrarles y procesarlas. Cuando las necesidades intentaron subir a la solución T, contaba Mr. Cid que apareció un “Warning”, un “Total error”, un........ vamos, que la cara que se les puso a los responsables de la solución T ya lo decía todo. Llamé por teléfono a Mr. Cid para ver si habían recibido bien las necesidades y recuerdo sus palabras : “Yuki, recibir las hemos recibido, pero al subirlas, T ha hecho aguas por todos sitios y aquí estamos, TILAS en mano, achicando agua”. Así que Mr. Cid puso en funcionamiento su TILAS mientras la competencia apagaba el fuego en la solución T y, con un par de horas de retraso, finalmente se envió la información al operador logístico para realizar las entregas en las tiendas. Todo funcionó correctamente, con cierta necesidad de procesamiento manual por el uso del TILAS, con cierto retraso, pero al menos funcionó. Y no pretendo colgarme ninguna medalla (si acaso, que se la cuelgue Mr. Cid, el gestor de la solución de contingencia), pero así fue el arranque, así el fracaso inicial de la solución T (ya lo habíamos avisado) y así la aportación de “valor añadido” por parte de nosotros para sacar adelante la situación. Tal cual, no me invento nada.

Menuda bronca les cayó a nuestros competidores. Se dedicaron intensivamente a solucionar T, a probarlo en condiciones y a garantizar que funcionaba. Mientras tanto el TILAS se tuvo en uso todos los días durante unas semanas hasta que la solución T fue reparada. Creo recordar que hasta Mr. Cid sacó versiones mejoradas (TILAS 2.0 y demás) y que siempre se tuvo esa hojita de Excel guardada en el cajón por si acaso algún día volvía a fallar la solución T (creo que hasta se llegó a dar formación a un usuario de cómo utilizar el TILAS en caso de emergencia).

Y así transcurrió todo, a lo largo de nueve meses de proyecto, toda una gestación con sus pequeños sustos. Aunque el neonato nació con problemas, al final pudimos encauzarlo. El ML comenzó a funcionar, ajustándose poco a poco (“ajuste fino” que se dice), extendiéndose por fases a otras tiendas. La solución T terminó funcionando, con las limitaciones funcionales que comenté (las plataformas se reaprovisionaban a mano, tirando de listados) y dando algún susto de vez en cuando. Las tiendas, al principio reacias al ML, terminaron reconociendo que les aportaba beneficios : reducción de los tiempos de entrega, mejora del margen, reducción de las roturas de stock, reducción de los errores de entrega (en cantidad y en producto). Con ello, por tanto, los niveles de stock en tienda (dinero inmovilizado mientras no se venda) se redujeron también, y con ello también el margen. Es decir, que fueron felices y comieron ML, con alguna TILA de vez en cuando.

Así que poco a poco pasamos a extender el ML al resto del país, a revisar el modelo, a incorporar los nuevos desarrollos en el SC al circuito de mantenimiento y atención al usuario. (No lo he comentado, para ser más breve, pero fueron Mrs. Minutito y Mrs. R las que, una vez más, realizaron los desarrollos en el SC junto con algunos programadores más).

Para finalizar, una pequeña anécdota que me ocurrió, de ésas que no se te olvidan nunca más : estábamos (Mr. Cr., Mr. Cid y yo) en una reunión con Mr. Diego, ya en la nueva sede de la dirección logística, discutiendo un tema de parametrización del sistema (algo sobre las diferentes unidades de medida de los productos : de compra, de venta, de almacenaje, de transporte, etc.) así como sobre los factores de conversión de unas a otras, para poder calcular los costes de manipulación y almacenaje que el operador logístico facturaba a Mr. Diego. En una intervención mía, comentaba con un ejemplo cómo iba a funcionar lo que discutíamos y dije algo que no recuerdo en concreto pero que voy a recrear de forma fácil como : “si llegan 10 palets, el sistema calcula 250 cajas, que llegan 2 palets, pues 50 cajas, que llegan 20, pues 500 cajas, que llegan 3 pues 75 pajas”. (No, no es un error, dije “pajas”). Mr. Diego me miró sorprendido y dijo algo así como “¿tantas?”. Yo pensé “trágame-tierra”. Mr. Cid no sabía cómo contener la risa y finalmente Mr. Cr. soltó un comentario para distendir (“pero bueno, Yuki, qué has comido hoy, que estamos hablando de trabajo”). Tanto palet y tanta caja, que al final enlacé la primera sílaba de la primera palabra con la última de la segunda y formé el polémico vocablo. Menos mal que los que estábamos reunidos nos conocíamos desde hace ya mucho tiempo y el ambiente siempre era distendido en las reuniones. Si esto me pasa delante del consejero delegado, igual hoy no estaría escribiendo estas líneas.